El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 29

Con un estruendo, ¡una explosión de fuegos artificiales pareció estallar en la mente de Ángeles!

¡Eso sí que lo había dicho ella!

Pero, ¿cómo lo sabía Vicente?

Ella había usado su nombre para amenazar a otros, y Vicente, si se enfadaba, no necesitaría deshacerse de ella personalmente, simplemente podría abandonarla en este lugar remoto para que pereciera por sí sola, ¡y ella no vería el sol del día siguiente!

Ángeles tembló un poco, sin saber cómo podría retractarse de sus palabras.

Afortunadamente, no necesitaba responder en medio de tal caos.

Los bandidos querían llevarse a todos consigo, pero eso sería posible solo si tenían la capacidad de hacerlo.

Los hombres de Vicente no eran numerosos, pero cada uno estaba bien entrenado, capaz de enfrentarse a cien.

Bajo tal demostración de fuerza, no hubo sorpresas, y el último de los bandidos cayó al suelo, no sin resistirse...

Los hombres de Vicente se acercaron, recogieron sus armas y también verificaron que estuvieran realmente muertos. Después de confirmarlo todo, regresaron a informar: —Señor Vicente, todos han sido neutralizados.

Vicente respondió tranquilamente, y su mirada se posó en Ángeles.

Ángeles tardó un segundo en darse cuenta y, después de dos segundos, recordó que todavía estaba en los brazos de Vicente.

—¡Lo siento!

Ángeles intentó saltar, pero Vicente ya había perdido la paciencia, la soltó de golpe y la dejó caer al suelo.

Ni un segundo más.

Ángeles, cubriéndose el trasero, estaba furiosa pero no se atrevía a hablar.

Afortunadamente, cayó sobre la suave hierba, lo que evitó que se lastimara.

Los bandidos habían sido eliminados, pero todavía quedaba el grupo de Héctor.

Ángeles recogió una piedra del suelo y la lanzó hacia la camioneta pickup; durante el tiroteo, el grupo de Héctor, aterrorizado, se había escondido detrás de la camioneta sin atreverse a asomarse.

Especialmente al escuchar que una persona tan distinguida como Vicente había llegado, estaban tan aterrorizados que corrieron hacia lo profundo del bosque como locos.

¿Su Señor Vicente realmente no había echado a la intrusa?

Pronto, el helicóptero despegó lentamente.

Ángeles encontró un rincón y se sentó en el suelo.

Sus heridas no eran graves, excepto por el tiro en la pierna, del cual necesitaba extraer la bala cuanto antes.

Ángeles pidió a uno de los subordinados, que parecía amable, si tenían un botiquín de primeros auxilios o un maletín médico.

El hombre miró primero a Vicente, quien ni aprobó ni desaprobó, mostrando total indiferencia, lo que le dio el valor necesario para entregarle a Ángeles un botiquín.

Los suministros en el interior eran más completos de lo que Ángeles esperaba.

Ella se cortó la pierna del pantalón, y como la tela ya se había adherido a la herida debido al tiempo, el proceso de tirar suavemente fue doloroso, pero Ángeles aguantó sin emitir un sonido.

El espacio en la cabina del helicóptero era limitado y el olor a sangre se fue haciendo más intenso. Ángeles miró a Vicente preocupada de que se irritara.

Por suerte, Vicente estaba reclinado en su asiento, con los ojos cerrados, descansando, aparentemente despreocupado por lo que sucedía en el rincón.