Você está lendo Capítulo 308 do romance El Regreso de la Heredera Coronada. Visite o site booktrk.com para ler a série completa de El Regreso de la Heredera Coronada, do autor Internet, agora. Você pode ler Capítulo 308 online gratuitamente ou baixar um PDF grátis para o seu dispositivo.
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¡Llévenlo al suelo convertido en cenizas!
La sonrisa de autosuficiencia de Daniel se congeló en su rostro. Miró incrédulo al hombre en la silla de ruedas y gritó desesperado: —¡Lisiado de porquería! Soy el nuevo líder de la familia Vargas, ¿cómo te atreves a matarme?
Apenas terminó de hablar, uno de los subordinados que estaba a su lado le lanzó una patada certera directa al estómago.
—¡Ahhh…!
A diferencia de la patada que Ángeles le había dado anteriormente, esta vez el subordinado no contuvo ni una pizca de fuerza. Fue un golpe despiadado que hizo que Daniel escupiera sangre al instante, quedando pálido como un cadáver.
—¿Quién te crees que eres para faltarle el respeto al señor Emilio?
—¡Llévenselo!
Enseguida, varios subordinados se apresuraron a arrastrar a Daniel.
En ese momento, Daniel se dio cuenta de algo: el lugar donde había aterrizado el avión privado era el aeropuerto de Ríoalegre.
Y al observar con atención el emblema en el avión, distinguió un gran símbolo de los González.
¡Ríoalegre, la familia González!
Al recordar que los subordinados acababan de dirigirse al hombre en silla de ruedas como señor Emilio, Daniel finalmente entendió: ese despiadado lisiado no era otro si no que el líder de la familia González, conocido como señor Emilio.
Daniel se quedó paralizado, su cuerpo temblaba por el miedo extremo.
Desde el principio había sospechado que la otra parte no era alguien común, que su trasfondo debía ser muy poderoso.
Sin embargo, la familia Vargas, gracias a Gonzalo, el médico prodigioso, gozaba de gran respeto dondequiera que fueran. Incluso las familias más aristocráticas y de abolengo evitaban ofenderlos sin una razón de peso.
Pero los años de arrogancia habían vuelto a Daniel imprudente y desconsiderado. Aunque había sentido cierto recelo hacia el hombre en silla de ruedas.
Nunca pensó que sería señor Emilio, precisamente el líder de la familia González.
A pesar de su carácter reservado, la reputación de crueldad de la familia González era ampliamente conocida.
Cuando Emilio dijo que lo lanzaría desde 10,000 metros de altura, Daniel no dudó un instante que cumpliría su cruel amenaza. ¡Lo haría sin pestañear!
Desbordado por el terror, Daniel finalmente pensó en Ángeles.
—¡Sálvame! ¡Ángeles, sálvame!
—¡Soy tu primo, tu primo de sangre! ¡No puedes dejarme morir así!
Daniel luchaba desesperado mientras gritaba a todo pulmón.
Él mismo había presenciado cómo Ángeles se había convertido en una invitada distinguida de la familia González. Si ella intercedía por él, quizás tendría una oportunidad de salvarse.
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