El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 332

Emilio se quedó frustrado.

¿Eso.… también funciona?

No solo funciona, sino que Ángeles le mostró un dedo medio.

Emilio se rio con rabia.

Su risa fue sonora y loca.

Los demás se quedaron pasmados con su risa.

Pero era innegable que Ángeles había superado todas las expectativas.

Todos pensaban que estaba condenada, incluso hubo quienes no se atrevieron a mirar su final. Sin embargo, paso a paso logró atraer a todos los cocodrilo de pantano hacia un solo lugar, y en el momento más crítico, escapó con vida.

¡Al final, dejó que los cocodrilo se mataran entre ellos!

Y ella... salió ilesa.

Esto hacía que muchos se preguntaran: ¿Ángeles había calculado todo desde el principio?

Atreverse a ejecutar un movimiento tan arriesgado entre las fauces de los cocodrilo feroz no era solo cuestión de valentía. ¡Era una locura temeraria!

Algunos de los hombres soltaron un suspiro de alivio.

Berenice, por el contrario, estaba disgustada. Su animosidad hacia Ángeles se volvió aún más evidente. Pensaba que la suerte de Ángeles era insultante; incluso en una situación tan peligrosa, había logrado escapar.

¿Por qué ella?

Las comparaciones son inevitables. Berenice, que había sido desfigurada en el estanque de los cocodrilo, nunca soportaría ver a alguien pasar por una situación similar... ¡pero salir más afortunada!

Berenice apretó los dientes y, con algo de audacia, miró de reojo a Emilio.

En realidad, Emilio tenía más aficiones raras y crueles en esa finca además del estanque de cocodrilo. También criaba un oso pardo, y se divertía viéndolo como se alimentaba.

Si pudiera lanzar a Ángeles al recinto del oso, ¡eso sería entonces menos frustrante!

Berenice mordió su labio, deseando decirlo, pero temía el temperamento impredecible de Emilio y vacilaba, sin atreverse a hablar.

Al final, Emilio dijo algo que parecía leer los deseos más profundos de Berenice:

El animal caminaba en cuatro patas, olfateando los alrededores, y listo para regresar a su territorio.

Pero entonces, Emilio ordenó disparar.

Los disparos resonaron en el aire, y el oso, asustado, empezó a correr en todas direcciones. En su confusión, chocó contra el tronco del árbol donde Ángeles estaba refugiada.

El golpe repentino sacudió a Ángeles, haciéndola tambalearse. Por poco cae, pero logró sujetarse a tiempo con fuerza.

A pesar de todo, el oso finalmente la notó.

Los ojos del animal y los de Ángeles se encontraron.

—¡Grrraaaaw!

—¡Graaaw!

En un instante, el oso emitió un rugido ensordecedor, cargado de furia. De inmediato comenzó a embestir el árbol con violencia.

Ángeles deseó en ese momento tener la oportunidad de meter a Emilio en ese lugar de muerte y morbosa diversión.