El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 34

—¡Este inútil ni siquiera puede manejar algo tan simple! ¿Y todavía tiene la audacia de cortejarla?

Justo cuando Paula se encontraba sin soluciones, llegó el médico.

Ella, como si viera a un salvador, tomó de inmediato al médico de la mano y lo condujo hasta Ángeles: —Doctor, ¿podría comprobar si es grave? —¿Es real?

Estaba desesperada por desenmascarar el supuesto engaño de Ángeles.

La ansiedad de Paula fue observada por Rafael y Nancy, quienes se sintieron reconfortados al pensar en el supuesto vínculo profundo entre las hermanas.

Ángeles, por supuesto, conocía las intenciones de Paula y simplemente quería exponerla.

Aunque realmente necesitaba atención médica para los rasguños y cortes en su cuerpo, permaneció sentada sin moverse.

Mientras el médico examinaba las heridas, comentó: —Estas heridas no son muy profundas, pero tienen arena dentro; va a doler un poco, necesito lavarlas bien primero.

Durante el proceso de limpieza, Ángeles no emitió un sonido, lo que hizo que Nancy se girara, incapaz de mirar debido a la pena que sentía.

Una vez que todo estuvo tratado, Paula comentó casualmente: —Esto... parece que no es tan profundo después de todo...

Nancy estaba a punto de regañarla por insensible, pero de repente recordó lo que Paula había dicho antes.

Fingiendo estar herida para ganar la atención de la familia.

Desconcertada, Nancy escuchó cuando de repente el médico exclamó: —¡Dios mío, aquí hay una herida de bala!

¿Qué?

Nancy y Rafael miraron de inmediato y vieron la terrible herida debajo del pantalón de Ángeles, expuesta al retirar el vendaje.

El médico, asombrado, exclamó: —Afortunadamente, la bala ya fue extraída; de lo contrario, los nervios adyacentes podrían haber sufrido daños irreversibles, ¡y eso sería inimaginable!

Después de volver a vendar y cuidar la herida, el médico se despidió.

Paula quedó sorprendida y sin palabras. Si a Ángeles ya le habían disparado, ¿por qué no terminaron con ella?

Nancy, como madre, siempre era especialmente amable con ella cuando sentía que le había fallado, actuando con una mentalidad de compensación y culpa.

Pero esa amabilidad desaparecía en un instante cuando surgían conflictos con Paula.

Ángeles revolvió la sopa frente a ella y preguntó con curiosidad, inclinando la cabeza: —¿Y si descubrimos quién está detrás de todo esto, qué haremos?

—¡Por supuesto que vengarnos! Nuestra hija de la familia Castro no es alguien a quien se pueda molestar tan fácilmente.

En eso, Nancy y Rafael estaban de acuerdo.

Ángeles lanzó una mirada a Paula y, con cierto fastidio, preguntó de nuevo: —¿De verdad?

—¡Por supuesto que sí! —Nancy estaba segura: —Ángeles, tienes que confiar en tus padres.

Ángeles sacudió la cabeza, sin más comentarios.

Pronto, el teléfono de Rafael sonó; probablemente los resultados de la investigación ya estaban disponibles...