El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 36

¡Qué parcialidad, qué favoritismo!

Los ojos claros de Ángeles brillaban como espejos, parecía que podían ver a través de los pensamientos más íntimos de todos, esa pizca de esperanza y culpabilidad no tenía dónde esconderse.

Nancy, incómoda, dijo: —Ángeles, tu hermana jamás haría algo así.

—¿Acaso eres un gusano en su estómago para saber lo que ha hecho o pensado? —respondió Ángeles con indiferencia, sin importarle si eso causaba un conflicto.

Después de todo, esa capa de superficialidad ya había sido destruida, ¿por qué seguir fingiendo?

Nancy se quedó sin palabras y Rafael intentó aclarar: —Ángeles, no confundamos las cosas. La persona que intentó hacerte daño es Ignacio; papá conseguirá justicia para ti, pero eso no tiene nada que ver con tu hermana.

Paula estaba detrás de sus padres, sin necesidad de defenderse, siempre había alguien dispuesto a creerla y protegerla incondicionalmente.

Y eso era algo que Ángeles nunca podría esperar.

Ángeles sabía que enfrentaría esta situación, pero aún así le dolía el corazón, esa sensación opresiva y densa emanando de su pecho le quitaba incluso las fuerzas para rebatir.

Nunca podrás despertar a alguien que finge dormir, tampoco puedes hacer que unos padres que se niegan a escuchar lo hagan.

Ángeles respiró hondo, levantó la vista nuevamente y vio a Paula sonriéndole a pocos pasos de distancia.

Esa cara satisfecha era idéntica a la que Ángeles recordaba justo antes de morir en su vida pasada.

Ángeles empujó a Nancy y Rafael, avanzó hacia Paula y alzó la mano, propinándole una bofetada directa.

¡Plas!

Tras el sonido crujiente, la mitad de la cara de Paula se hinchó.

Los Castro estaban a punto de intervenir, pero Ángeles le propinó otra bofetada a Paula, dejándole la cara simétricamente hinchada.

Ángeles sopló las palmas de sus manos entumecidas y dijo con calma: —He querido golpearte durante mucho tiempo.

...

Paula frunció los labios y asintió obedientemente, aunque un destello de resolución cruzó fugazmente por su rostro.

Así transcurrieron las cosas, pero después de este incidente, las corrientes subterráneas que antes fluían ahora estaban a la vista.

En la habitación, Ángeles observaba el paisaje desde la ventana con una mirada serena.

No importa.

Las grietas surgen poco a poco; cuanto más actúa Paula, más pistas revelará, y esa máscara de falsedad e hipocresía eventualmente será desenmascarada.

Como en esta ocasión, aunque los Castro todavía defendían verbalmente a Paula, ¿no tendrían acaso una pizca de duda o resentimiento en su corazón?

Por ahora, simplemente prefieren confiar en su propio juicio.

¿Pero qué sucederá la próxima vez, y la vez después de esa?