El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 435

¿Cómo podría él no conocer a Emilio? Lo que realmente quería preguntar era qué tipo de relación tenía ella con Emilio.

La mirada de Vicente era profunda y directa, su gran mano, fuerte como una tenaza, estaba firmeza agarrada a la cintura de Ángeles, y ella podía sentir con claridad la temperatura de sus dedos, con las callosidades formadas por años de entrenamiento, ardientes y ásperas.

Cuando ella no hablaba, las manos articuladas de él se apretaban un poco más, como si quisiera incrustarla en sus huesos y sangre.

No había luz en la habitación, solo la luz de la luna, delgada como un velo, se filtraba despavorida por el alféizar de la ventana, envolviendo con pasión a ambos, haciendo que el rostro angular de Vicente pareciera aún más afilado, sus ojos alargados y en forma de almendra, como un pozo frío y antiguo, eran obsesivos y hechizantes.

Quizás porque estaban demasiado cerca el uno del otro, o porque los latidos del corazón eran demasiado fuertes, o tal vez el ambiente en ese momento era demasiado ambiguo.

Ángeles levantó la cabeza, sintiéndose como si hubiera sido hechizada por la luna , y en un momento de vacío mental, no pudo evitar acercar sus labios a los delgados y ardientes labios de Vicente.

La mano en su cintura se tensó de repente.

La mirada de Vicente se oscureció gradualmente, se volvió profunda y aterradora, y luego se inclinó cuidadoso para besarla.

Justo cuando la situación parecía avanzar hacia una dirección aún más incontrolable, se escucharon pasos ligeros fuera de la puerta, Ángeles tembló y de repente se volvió lúcida.

Vicente fue audaz, tomó una prenda de vestir y cubrió a Ángeles con ella.

—Señor Vicente...

—Vete.

Un subordinado que no sabía nada irrumpió para informar, pero apenas comenzó a hablar cuando Vicente lo interrumpió con un grito feroz que lo asustó tanto que parecía como si hubiera visto al mismo diablo, y despavorido huyó.

Ángeles aprovechó esa oportunidad para liberarse del agarre de Vicente.

Se arregló apresurada la ropa, aclaró su garganta y, después de un momento de silencio, respondió a la pregunta inicial de Vicente: —No tengo ninguna relación con Emilio.

—Él me secuestró, le curé su pierna, y solo entonces me dejó regresar.

Ángeles relató brevemente el terrible incidente del secuestro, incluso mencionó el asunto de la brujería negra, esa era la única conexión que tenía con Emilio.

Pero por qué Emilio la había perseguido varias veces, Ángeles realmente no lo sabía con claridad, solo sabía que ese hombre era un verdadero loco.

Ángeles se sentía incómoda bajo esa mirada inquisitiva, especialmente recordando cómo casi habían hecho el amor de nuevo, sintiendo sus orejas arder, y no pudo evitar despreciarse a sí misma por perder la razón ante la indiscutible atracción, ¡por no poder controlarse!

—Tos...

Ángeles tosió suavemente y retrocedió discreta antes de que Vicente pudiera moverse, salió del dormitorio y bajó corriendo las escaleras.

—Me voy.

¿Cómo es posible que hubiera pasado más de dos horas aquí? ¿El tiempo había volado en un santiamén? ¿O había estado tan sumergida en las emociones que ni siquiera lo notó?

Vicente no le dio a Ángeles la oportunidad de tomar un taxi; con unas largas zancadas la alcanzó y la metió en el asiento del copiloto, preparándose para llevarla a casa él mismo.

Mientras, Ángeles por dentro maldecía a este hombre imprudente que una noche la había dejado tirada en la calle, y al mismo tiempo le decía la dirección de su nueva casa.

Vicente conducía personalmente, sus dedos largos y articulados sobre el volante, limpios y atractivos, las venas de su mano entrecruzándose sobre el impactante dorso, extremadamente atractivas.