El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 461

Nancy solo sentía confusión, incluso cierta comicidad: —¿Qué quieres decir?

La expresión de Rafael se tornó cada vez más sombría, su sonrisa forzada no parecía de alegría, sino más bien de tristeza, con todo su rostro fruncido.

Decir que fue un sueño, pero si eso fue un sueño, resultó demasiado real.

Porque cada detalle coincidía con la realidad.

Pero no importa cuánto lo explicara, Nancy solo pensaba que él estaba delirando.

—Por muy real que sea, sigue siendo solo un sueño, estás pensando demasiado.

—Querida, primero déjame hacerte unas preguntas, y respóndeme con sinceridad.

Rafael propuso, inhalando profundamente: —Cuando Ángelita acababa de ser traída de vuelta a casa, Paula, llorando, te rogó que no quería perder su dignidad, nos pidió que no reveláramos la identidad de Ángelita, solo que anunciáramos que era una hija adoptiva, ¿estarías de acuerdo?

Nancy se quedó en silencio por un momento, luego dijo una palabra: —Sí.

Recordando la noche que Ángeles fue traída a casa, si no hubiera sido por los moretones de golpes que encontró en ella, realmente habría equilibrado las identidades de sus dos hijas de esa manera.

En su egoísmo, pensó que así podría evitar que Paula fuera ridiculizada por su falsa identidad.

En su egoísmo, creía que compensar materialmente a Ángeles, quien sufría injusticias, sería suficiente para apaciguar el hecho de que se revelara como una hija adoptiva.

Rafael preguntó de nuevo: —Si Ángelita hubiera sido maltratada por sus padres adoptivos, incluso si su hermano Rubén hubiera dañado su mano derecha, ¿dejarías de investigar para proteger la dignidad de Paula?

Nancy ya sabía a qué apuntaban las preguntas de Rafael; él quería usar los eventos del sueño para probar su veracidad.

Ella se volteó, negándose a responder.

Pero el silencio ya era una respuesta.

Ella lo haría.

Rafael lanzó una última pregunta: —Entonces, en esa variedad de circunstancias, si Paula realmente hubiera muerto en el mar sin dejar rastro y el asesino apuntara a Ángelita, ¿qué haríamos?

La respuesta era inminente.