El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 506

Él solía escuchar órdenes y dedicarse a trabajar, reportando ocasionalmente el progreso de manera estrictamente profesional, sin interferir jamás en ninguna decisión de su amo.

Justo como ahora.

Después de que Lourdes terminara de hablar, Alonso, sin decir una palabra, empezó a empacar y luego partió con un grupo de personas, llevando consigo a la frágil Belén.

...

Mientras tanto, en otro punto de aterrizaje en la selva, donde había nueve helicópteros, estaba Hugo, conocido por su verborrea y su afición por hablar.

Con una mochila al hombro y sosteniendo un montón de máscaras antigás, observó la delgada silueta adelante y dijo con una mirada melancólica:

—Señora Ángeles, mejor quédese afuera, nosotros entraremos. Si le pasa algo, ¡el señor Vicente definitivamente me matará!

Ángeles se giró hacia él.

Su rostro, sin maquillaje, mostraba unos rasgos delicados que parecían perfectos desde cualquier ángulo. Su cabello estaba recogido en un moño alto, añadiendo un toque de elegancia, y su mirada era fría y distante, como un manantial cristalino.

Vestía una chaqueta negra y pantalones con un cuchillo atado al costado, y sus botas militares tenían los cordones bien apretados.

Delgada, elegante, bella y audaz.

Emanaba una fuerza robusta y tenaz, parada contra el viento, inquebrantable.

Ángeles miró a Hugo, tomó una máscara antigás de sus manos, se echó la mochila al hombro sin prestarle más atención y caminó con paso firme hacia la selva.

Hugo y los demás subordinados intercambiaron miradas y negaron con la cabeza, algo resignados, pero en sus ojos también había una mezcla de sonrisas y admiración.

—¡Vamos!

...

La selva era vasta e interminable, con árboles que oscurecían el cielo.

Con diversas fuerzas reuniéndose, la solitaria selva se vio invadida por una actividad sin precedentes.

Pero esta agitación no tenía nada que ver con algunas personas.

Esos eran Rafael y Nancy.

Tras encontrarse con serpientes, lluvias torrenciales, niebla y otros peligros, y en medio de un frenético intento de escapar, se separaron del grupo de la familia Ruiz y de los demás equipos.

Inicialmente, Rafael había planeado escapar con Nancy.

Sabía bien que, como rehenes de la familia Ruiz, no tenían ningún valor; independientemente de si llegaban o no al supuesto destino marcado en el mapa, eran insignificantes y eventualmente serían sacrificados.

Así que, cuando surgió el caos, Rafael tomó a Nancy y huyó.

Pero mientras huían, ambos se perdieron.