El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 536

No hacía falta pensar mucho para darse cuenta de que definitivamente eran personas de la familia Ruiz. Esto significaba que desde que Ángeles había descendido, la familia Ruiz ya la había estado vigilando, aprovechando la densa niebla para rodearla e intentar controlarla.

¡Qué treta más baja!

Ángeles estaba tensa, escuchando atentamente cualquier ruido alrededor, lista para reaccionar y contraatacar al primer signo de movimiento o emboscada.

Después de esperar un buen rato sin que apareciera una tercera persona desafortunada, se escuchó una risa llena de interés detrás de Ángeles:

—No esperaba que mi prima fuera tan formidable.

Al oír esto, Ángeles supo de inmediato que era Emiliano. Ese apodo era realmente repugnante, especialmente considerando que este hombre acababa de empujar a su propia prima Paula por una grieta.

Ángeles se giró hacia la voz, con varias agujas de plata apareciendo en su mano izquierda y sacando un cuchillo que llevaba atado a la pierna con la derecha.

Era una postura defensiva, lista para el combate en cualquier momento.

La corriente de aire generada por el reciente enfrentamiento había dispersado parte de la niebla en esa pequeña área, haciendo que la figura que se acercaba se volviera gradualmente más clara.

Ángeles entrecerró los ojos para ver mejor, observando cómo una figura esbelta y recta como un pino se acercaba lentamente, moviendo la niebla a su alrededor con cada paso, añadiendo un toque de surrealismo a su entrada.

Al observar su rostro, se podía ver que tenía una tez pálida y enfermiza, una sonrisa colgaba de sus labios, que le daba la apariencia de un joven refinado y distinguido, con un encanto frágil que podía despertar simpatía.

En términos de apariencia, no había duda de que era un hombre atractivo.

Sin embargo, Ángeles no estaba interesada.

Mientras se mantenía alerta, Ángeles también aprovechaba para escanear los alrededores, buscando ver si Vicente estaba cerca, pero no vio nada, solo un gran hoyo en el suelo no muy lejos.

Era una grieta, ¡la misma en la que había caído Paula!

Entonces, ¿qué era eso que Vicente había dicho que iba a buscar?

¿Acaso había entrado él también en esa grieta?

Para ella, esos no eran recuerdos agradables.

¿Qué más daba si realmente había visto a Emiliano cuando era niña?

Ángeles giró el cuchillo en su mano con un aire amenazante e impaciente, y preguntó: —¿Ya terminaste? ¿Puedes apartarte?

Emiliano parecía no esperar que Ángeles fuera tan difícil de tratar, esa defensa y frialdad suyas casi le hacían querer reír.

—Prima, tú...

Volvió a llamarla así, pero esta vez, justo cuando empezaba a hablar, un cuchillo frío y brillante voló hacia su cara.

Emiliano reaccionó rápido y logró esquivarlo.

Ángeles recuperó su mano y advirtió con calma: —¡Esta es la última vez! Si vuelvo a oír ese apodo, la próxima vez, te aseguro que acertaré.