El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 544

En el momento en que el helicóptero aterrizó con firmeza, Ángeles ya se había vuelto a poner los zapatos. Las ampollas en las plantas de sus pies estaban tratadas, y ya no le dolían tanto como antes, por lo que podía caminar con normalidad.

Vicente descendió primero del helicóptero; luego se giró y extendió una mano hacia Ángeles.

Ella tampoco se mostró reservada, aceptó su ayuda y bajó del helicóptero sosteniéndose de él.

Aún no había conseguido estabilizarse sobre sus pies cuando escuchó, desde no muy lejos, la voz irritada de Lourdes diciendo: —¡Vicente! ¿Todavía sabes regresar? ¡Ya creía que no tenías ojos para mí, tu hermana, sino únicamente para esa Ángeles!

Justo cuando el helicóptero había tocado tierra, Belén ya le había descrito la escena a Lourdes.

Naturalmente, además de Vicente, la persona destacada en su relato había sido Ángeles.

Con Belén actuando como sus "ojos", Lourdes, que llevaba días acumulando frustración, descargó de inmediato su enojo contra Ángeles. ¡Su intención de atacarla era demasiado evidente!

Ángeles se sorprendió un poco. No imaginaba que, tras la "desaparición" de Vicente, Lourdes, aun con su embarazo avanzado, hubiese venido personalmente hasta aquella peligrosa selva tropical.

Era evidente lo profundos que eran los sentimientos entre estos hermanos.

Cuando finalmente consiguió pararse bien, Ángeles quiso retirar su mano, pero al notar que no podía, miró a Vicente y volvió a intentarlo. Él, sin embargo, se la sujetó con más firmeza.

—Lourdes, ¿no te había pedido que regresaras? ¿Por qué aún sigues aquí? —Vicente frunció ligeramente el ceño, suavizando el tono, aunque era evidente la impotencia en su voz.

Por suerte, el área donde ocurrió la explosión quedaba bastante lejos de allí y no representaba ningún peligro.

De lo contrario, ¿cuán riesgoso habría sido para una mujer embarazada permanecer en ese lugar?

Lourdes, tan molesta que ya había perdido la razón, y afectada además por el problema en sus ojos, era incapaz de notar el desastroso estado y las manchas de sangre que cubrían a Vicente, Ángeles y a los demás presentes.

¡Solo era consciente de que había pasado varios días sufriendo, incapaz de comer o dormir bien, esperando en los límites de aquella selva!

Durante esa angustiosa espera, día tras día, además de ansiedad solo había acumulado enojo.

Y si Vicente estaba vivo... ¿qué había sucedido con Juan?

La mirada de Belén vaciló, revelando claramente su inquietud.

Pero en ese preciso momento, nadie reparaba en ella.

Vicente endureció el rostro, sin rastro alguno de sonrisa en sus ojos, y llamó directamente a Alonso, quien había venido acompañando a Lourdes. Le preguntó: —¿Qué ocurrió aquí durante estos días que estuve ausente?

Alonso abrió la boca, a punto de responder, cuando Hugo apareció de inmediato, dándole unas palmaditas en el hombro y aclarando su garganta: —Señor Vicente, mejor permítame explicarlo yo.

A continuación, Hugo narró detalladamente todo lo que había sucedido desde que Vicente abandonó Ciudad de la Luz de la Luna.

Contó cómo Ángeles había aceptado la solicitud de tratamiento por parte de la familia Pérez, viajando personalmente hasta Ciudad Solerana para revisar y tratar los ojos de Lourdes, diagnosticando que existía cura e incluso localizando todas las medicinas necesarias.

Al inicio, la relación entre ambas había sido cordial, hasta que Belén reveló que la muerte de Juan estaba relacionada con la familia Castro. A partir de entonces, Lourdes cambió radicalmente su actitud, pasando a odiar profundamente a los miembros de la familia Castro, al grado de expulsar de la casa Pérez incluso a Ángeles, quien estaba encargada de curar sus ojos.