El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 606

Resumo de Capítulo 606 : El Regreso de la Heredera Coronada

Resumo de Capítulo 606 – El Regreso de la Heredera Coronada por Internet

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Lourdes estaba muy feliz, emocionada, entusiasmada y deseosa de contarle a todo el mundo que en realidad lo ha visto.

¡Esto no era un sueño!

¡Ángeles no la había engañado!

Lourdes se pellizco con fuerza y luego corrió directo hacia la cuna, mirando con ternura al pequeñín. —Bebé, bebé... me gustas tanto.

Martín, con sus ojos redondos y abiertos, parpadeó y luego agitó sus manitos y piececitos al mismo tiempo.

Tan adorable, tan precioso, nunca era suficiente con solo mirarlo.

Lourdes no pudo parpadear, se inclinó y beso al niño una y otra vez.

La sirvienta se dio cuenta de algo y tartamudeó, —señora Lourdes, tus ojos pueden ver...

—Shh.

Lourdes miró hacia donde se encontraba ella, encontró sus ojos hizo un gesto de silencio. —No lo digas.

La sirvienta sorprendida, aunque no sabía con exactitud lo qué planeaba Lourdes, en realidad tenía sentido.

Justo en ese momento, la puerta del dormitorio se abrió y Juan y Belén entraron uno detrás del otro.

Lourdes giro la cabeza hacia ellos, sintiendo una emoción indescriptible.

Nunca supo cómo lucía Juan, aunque había escuchado ciertas descripciones de su apariencia, pero ¿qué comparación tenía con verlo en persona?

Además, él era el hombre que ama.

Con una mezcla de curiosidad y timidez, Lourdes al final vio la cara de Juan, parecida a lo que había imaginado, un hombre apuesto, amable, tranquilo y considerado.

Lourdes, conteniendo su nerviosismo y excitación, le pidió a todos los empleados que se retiraran.

Quería sorprender a Juan.

¿Se alegraría él al saber que podía ver, que ya no estaba ciega? ¿Estaría feliz por ella?

En la habitación solo quedaban Lourdes, Juan y Belén, que lo seguía.

No podía creer lo que estaba viendo, la enorme confusión y el estado de shock la dejaron con el cuerpo petrificado, como si hubiera sido golpeada por un rayo, con la mente en blanco.

El cuerpo de Lourdes temblaba una y otra vez.

Entonces vio a Belén diciendo con mucha delicadeza con sus labios: —¡Cada vez que estoy frente a esta vieja, me siento emocionada!

Juan, claramente pensando lo mismo, se rio y dijo con los labios: —¿Estás celosa otra vez?

Tal vez pensaban que, frente a una ciega, podían darse el lujo de ser arriesgados sin ningún tipo de restricciones, siempre y cuando no hicieran ruido.

Porque ella no podía ver.

Lourdes escuchó su propia voz, angustiada al extremo, preguntando algo inquietud, —Juan, ¿por qué no has venido a ver al niño?

Juan, aún enredado con Belén, levantó la voz y dijo, —lo estoy mirando, es en realidad adorable, digno de ser nuestro hijo.

Esa frase, aunque ya la había dicho antes, nunca había sonado más irónica que ahora.

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