El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 612

—No me parece.

Ella se habló a sí misma y luego se rio, —creo que he dicho algo incorrecto. ¿Cómo podría mi hijo tener a un padre así? No lo merecía.

Lourdes ordenó a los empleados que no se alejaran ni un solo momento del cuidado del niño, cambió su ropa y salió de manera discreta de la habitación hacia otro lado del edificio.

Un puente cubierto conectaba ambas villas, facilitando así el traslado.

Subió al tercer piso, donde se encontraba la habitación de Vicente.

En ese momento, dos filas de subordinados custodiaban la puerta. La atmósfera era algo inquietante y cada rostro reflejaba cierta seriedad.

El pasillo estaba impregnado del olor a desinfectante y medicinas.

Hugo, al escuchar ruidos, se apresuró a encontrarse con Lourdes. —Señora Lourdes, ¿qué hace en este lugar? El señor Vicente aún está en reanimación, la situación es crítica, sería mejor que regresara...

—Llévame de inmediato a verlo.

Lourdes lo interrumpió antes de que Hugo pudiera terminar, usando un tono que no dejaba lugar a réplicas.

Hugo había estado actuando durante estos últimos días, encontrándolo algo novedoso pero entregado. Con un tono de voz entrecortada, dijo: —Señora Lourdes, no tengo corazón para verlo en su estado actual, sería mejor que usted tampoco lo viera...

—...—Actuó bien, pero que no actúe más.

Lourdes lo miró fijamente, pasó por su lado y presionó con fuerza su huella digital, abriendo la puerta que estaba cerrada con llave.

Hugo y los demás subordinados se quedaron sorprendidos, aún sin reaccionar sobre cómo Lourdes había desbloqueado la puerta con tanta precisión. La vieron empujar la puerta y entrar tranquilamente.

—¡Señora Lourdes, no puede entrar!

¡Esto es el fin!

Hugo se alarmó demasiado, pero no se atrevió a intervenir en lo absoluto para detenerla.

Lourdes entró en la habitación.

Pero antes de que pudiera seguir actuando unos segundos más tarde, alguien le dio una patada en la pierna.

—...¿Qué?

Vicente soltó un repentino gruñido, sin poder reaccionar de inmediato.

Desde la posición de Lourdes hasta el banco donde estaba él, había una mesa de por medio. ¿Cómo había logrado acercarse sin dificultad alguna?

Lourdes sorprendida, incapaz de evitar reírse con los ojos enrojecidos y llenos de emoción. —La última vez que te vi fue hace dieciocho años, y ahora, puedo verte de nuevo.

Se detuvo por un momento y dijo, —lo siento, todo fue culpa mía.

Sin esperar una sola respuesta de Vicente, Lourdes se giró hacia Ángeles y parpadeó. —A quien en realidad le debo una disculpa es a ti.

—Lamento mucho haber descargado mi ira y odio hacia ti. De verdad, pensándolo ahora, en realidad quisiera darme unas bofetadas.

—Ángeles, lo siento mucho.