El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 645

Bárbara se rió, bromeando: —Con un cuerpo tan especial como este que incluso repele hasta los mosquitos, ya no tienes que preocuparte por las picaduras cuando juegas al aire libre en verano. Ja, ja, ja.

Ángeles sonrió y estaba a punto de seguir la broma de Bárbara, pero en ese instante se quedó pensativa antes de poder hablar.

Bárbara preguntó: —¿En qué estás pensando?

Ángeles murmuró en voz baja: —Estoy pensando que el responsable de todo esto ha capturado a tantas jóvenes para un vil sacrificio. ¿Cuáles son los requisitos que se deben tener para dicho sacrificio? ¿Qué función cumple la campana de bronce en todo esto?

—Puedo oír con claridad el sonido de la campana de bronce y cada vez que lo escucho, pierdo el control. ¿Estará acaso relacionado con el sonido de la campana o... también estoy en su lista de objetivos?

Son demasiadas preguntas, solo capturando al responsable se podrían obtener las respuestas deseadas.

Bárbara tomó la mano de Ángeles y dijo con seriedad: —No te preocupes en exceso, esperemos a capturar a esta persona o descubrir al cerebro detrás de todo este caso de desapariciones. Por fin encontraremos la verdad.

Ángeles recobró el ánimo y sonrió con agrado: —¿Estás tratando de consolarme, Bárbara?

—Sí, jefa, aunque parece que no lo necesitas—Bárbara también se rió.

Ambas guardaron silencio por unos minutos.

La cumbre de la montaña seguía envuelta en oscuridad, todo en calma.

Parece que el responsable de todo esto no aparecerá.

No era de extrañar que Vega, al retirarse con su gente, lo hiciera tan decididamente; revisaron minuciosos un refugio antiaéreo, encontraron una campana de bronce valiosa, y además, el lugar estaba devastado, todas las cámaras de seguridad fueron destruidas.

Al darse cuenta de que la vigilancia estaba desactivada, la persona detrás de todo esto definitivamente sabría que algo había sucedido aquí, y por lo tanto, se mostraría.

Durante la vigilancia, Ángeles entró al refugio antiaéreo una vez más, no encontró nada valioso, pero tras reflexionar un poco, decidió dejar una nota.

Ángeles escribió una línea de texto y luego pegó la nota en el lugar más visible.

Ángeles también pensó lo mismo.

A medida que el hombre de negro se acercaba más y más, Ángeles y Bárbara permanecían inmóviles, incluso cuando los molestos mosquitos zumbaban alrededor, Bárbara con todas sus ganas resistió la urgencia de aplastarlos.

Pronto, el hombre de negro entró en el refugio antiaéreo.

Quizás al ver la condición adentro, de repente, se oyeron rugidos del hombre de negro en el refugio:

—¡¿Quién?!

—¡¿Quién hizo esto?!

El hombre de negro claramente estaba furioso, sus rugidos resonaban con gran eco, asustando hasta los pájaros en los árboles y haciendo eco en toda la montaña.

Ángeles le hizo una señal a Bárbara, indicando: —Tú tienes una herida en la pierna, quédate aquí, yo iré a atacarlo por sorpresa y lo capturaré.