El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 658

Vicente mantuvo la misma postura mientras hablaba por teléfono, acariciando suavemente la mano de Ángeles mientras daba órdenes al otro lado de la línea.

Ángeles escuchó de reojo, parecían asuntos de la empresa, incluso había varios documentos desplegados sobre la mesa que no había cerrado.

Finalmente, el teléfono se desconectó.

Ángeles intentó retirar la mano, pero Vicente ya se había girado hacia ella. Frunció el ceño agudamente al ver su rostro. —¿Por qué luces tan mal? ¿No te sientes bien en alguna parte?

Ángeles bostezó. —Estoy cansada y hambrienta, sin ánimo.

Después de todo, había pasado toda la noche trepando montañas y luchando, actividades que agotan mucho físicamente.

Vicente miró fijamente a los ojos de Ángeles durante unos segundos, como si estuviera evaluando la veracidad de sus palabras. Ángeles lo dejó hacer sin problema, parpadeó y sonrió con malicia, y con voz suave le preguntó a Vicente: —¿Te parezco atractiva?

Estaban bastante cerca el uno del otro, y el aire que se movía alrededor mientras hablaban le cosquilleaba los oídos, creando una sensación sutil pero persistente en sus tímpanos.

Vicente tragó saliva notablemente, con una mirada profunda en sus ojos y una voz ronca y baja respondió: —Muy atractiva.

—¿Y qué vamos a hacer al respecto?—continuó—. Todavía no has tenido suficiente, ¿verdad?

Ángeles se contuvo la risa y se puso de puntillas, lista para actuar, pero antes de que pudiera hacerlo, se escuchó la voz de Hugo desde afuera: —Señora Ángeles, la comida en el comedor está lista, ¿hay algo más que desee?

Sus palabras se interrumpieron abruptamente.

Hugo intentó retroceder rápidamente, pero Ángeles, despertada por el ruido, apartó la cara al instante.

Vicente miró a Hugo con un toque de hostilidad. El movimiento hacia atrás de Hugo se detuvo, luego se fue rápidamente.

Lo que Ángeles no sabía era que Vicente también pensaba lo mismo.

Mientras se miraban, la temperatura en el aire subió repentinamente. Solo necesitaban un poco más de estímulo para que la tensión y la atracción palpable en el aire fueran incontenibles.

Ángeles carraspeó y colocó su mano en la mandíbula de Vicente, diciendo suavemente: —Mañana después de mañana, regresaré a Ciudad de la Luz de la Luna. Hay algunos pacientes difíciles esperándome en la clínica. Si no vuelvo pronto, podría perder algunos negocios.

Vicente frunció el ceño ligeramente. Ángeles esperaba que él objetara quedarse en Ciudad Solerana, pero en cambio, Vicente simplemente respondió: —Está bien.

—¿Tan fácilmente de acuerdo? —preguntó Ángeles.

—De todos modos, también tengo que volver —Vicente rio suavemente. Al hablar, usó "volver" en lugar de "ir", su voz era magnética y provocativa junto al oído de Ángeles. —Donde estés, ahí estaré yo.