El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 672

Cuando Emiliano intentó intervenir, ya era demasiado tarde.

El vehículo seguía acelerando, y nadie sabía dónde caería el próximo bombardeo; si tenían mala suerte, podrían acabar siendo aniquilados en el acto.

El camino montañoso era difícil, y los violentos baches hacían que los rostros de los ocupantes del vehículo se tornaran pálidos, casi como cadáveres.

El hombre de negro, mientras manipulaba la campanilla de bronce, murmuraba algo ininteligible, y en ese momento, nadie quería prestar atención a sus palabras.

Emiliano sentía que iba a vomitar sangre.

¿Cómo habían llegado las cosas a este punto?

Esto no era lo que había imaginado.

Según sus cálculos, Vicente no se atrevería a hacer algo tan temerario, teniendo en cuenta que su sobrino estaba involucrado.

Con el control en sus manos y la vida del niño también, ¿cómo podía Vicente actuar tan imprudentemente? ¿Acaso no le importaba que el niño pudiera morir torturado?

Pero ahora, una ronda tras otra de bombardeos se sucedía sin mostrar el menor rastro de compasión.

Emiliano, apretando los dientes, sacó su teléfono celular para hacer otra llamada, pero en ese momento, Belén, que estaba en el asiento trasero y se había vuelto pálida por los baches, de repente miró hacia el cielo y gritó: —¡Ahí viene un helicóptero!

Emiliano levantó la vista al instante y vio cómo un helicóptero se acercaba desde lejos, dirigiéndose sin duda hacia su posición.

En ese instante, la expresión de Emiliano cambió completamente, olvidando su intento anterior de detener al hombre de negro, y giró la cabeza instando: —¡Apúrate! ¡Debemos estar localizados! ¡Si no hacemos algo ahora, el próximo ataque está al caer!

El hombre de negro murmuraba algo, moviendo la muñeca con un ritmo extremadamente regular, acompañado por una serie de cánticos sánscritos. Después de cantar, lo que murmuraba era: —Ven a las Shadowsonic Mountains, Ángeles, ven a mí.

La larva venenosa que devora el corazón en la campanilla fue estimulado, y al mismo tiempo, otra larva venenosa que devora el corazón respondía, comenzando a controlar el cuerpo y toda la conciencia de su anfitrión.

—Tranquilo, tenemos el mismo objetivo, ¿cómo podría olvidarlo?

Aunque Emiliano decía esto, tampoco se atrevía a permitir que el conductor se detuviera por completo, instruyéndolo a seguir manejando de ida y vuelta por el mismo camino, para evitar que, si se detenían, una bomba cayera directamente sobre ellos.

El hombre de negro cruzó los brazos, seguro de su victoria.

Lo que nadie sabía era que, en el momento en que sonó la campanilla en las Shadowsonic Mountains, Ángeles, ya condicionada por el sonido, se detuvo de repente y pidió a Bárbara que la atara.

Bárbara, con el rostro tenso, frunció el ceño y obedeció.

Ángeles pensó que perdería la conciencia bajo el sonido de la campanilla, pero esta vez, sorprendentemente, ¡no sucedió!

¿Acaso había ocurrido un milagro?