El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 703

Resumo de Capítulo 703 : El Regreso de la Heredera Coronada

Resumo do capítulo Capítulo 703 de El Regreso de la Heredera Coronada

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Ángeles destruyó sin piedad alguna su hermoso sueño, diciéndole con frialdad: —No lo hice por ti, lo habría hecho por cualquier otra persona.

—Además, Emilio, no estoy agradecida por los sacrificios que hiciste por mí. Una vez que se elimine la larva venenosa de tu cuerpo, consideraría saldada mi deuda contigo.

Las fantasías eso son porque siempre contienen un elemento de confusión. Sin embargo, las palabras de Ángeles, tan directas hasta el punto de llegar a ser crueles, bastaron para romper esa fantasía.

La sonrisa en los labios de Emilio se congeló a mitad de camino.

Enseguida, levantó la vista, mirando fijamente a Ángeles, con un tono de voz que denotaba frustración, que al final se transformó en una expresión de total resignación: —¿¿Tú crees que necesitabas decirlo de esa manera tan directa?

Ángeles se encogió de hombros, con una expresión inocente: —Solo estaba diciendo la verdad.

Emilio se quedó al instante sin palabras, bajó su atractivo rostro, cubriendo sus profundas emociones oscuras e indescifrables en sus ojos, y su apariencia distraída hacía que su alta y esbelta figura pareciera solitaria y desolada.

Para ser honesta, la cara de Emilio era muy guapa, con rasgos encantadores y ojos y cejas impresionantes y exóticos. En su época de arrogancia tenía un aura desafiante y rebelde que asustaba a la gente.

Pero cuando mostraba una expresión herida como esta, era difícil no sentir compasión por él.

Lástima que se hubiera encontrado justo con Ángeles.

Ángeles con cuidado guardó su paquete de agujas, ni siquiera miró a Emilio otra vez, solo dejó caer una frase: —Ahora, descansa bien, he organizado nuestra salida al mar temprano mañana.

Dicho esto, Ángeles se dio la vuelta para irse.

De pronto, Emilio finalmente habló, con una voz tan suave que, si no fuera porque la habitación estaba demasiado silenciosa, Ángeles casi no la habría escuchado.

Él dijo: —Tranquila lo hice porque quise, desde el principio, nunca esperé tu gratitud, ni necesitaba tu compasión.

Ángeles se despidió sin decir más.

Todo el piso del hotel había sido reservado por la familia González, y Ángeles no planeaba complicar las cosas. Ella y Bárbara pasarían la noche aquí. Ángeles casualmente abrió la puerta de otra suite, y poco después, Bárbara llegó a toda prisa con una comida.

—Jefecilla, compré todo lo que me pediste y lo dejé en el auto, y esto es lo que traje para comer, ¿quieres probarlo?

Mientras hablaba como lora mojada, Bárbara colocaba los platos en la pequeña mesa de comedor.

Ángeles echó un vistazo y vio que todo era de su gusto, no pudo evitar bromear: —me alegra que has llegado a conocer bien mis gustos, te voy a extrañar cuando ya no estés a mi lado después de que el contrato termine.

Bárbara arqueó una ceja y dijo sonriendo: —De todos modos, la jefecilla tiene dinero, entonces podrías simplemente seguir contratándome, puedo darte un descuento. ¿Si lo deseas? Ja, ja…

Después de lavarse las manos, Ángeles se sentó frente a la pequeña mesa de comedor, pinchó un trozo de bistec caliente y, siguiendo el hilo de la conversación, respondió: —¿Sería gratis?

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