Al no escuchar una respuesta de René, Isabel volvió a reprenderla:
—¡Maldita mocosa! Me aseguraré de que vivas un infierno si no asistes a la cita a ciegas con el señor Kansas.
Con un suspiro, René dijo, impotente:
—De acuerdo, madre. Iré.
¿Qué otra cosa podía hacer cuando no era rival para esa arpía?
—Ves, no era tan difícil decir que sí, ¿verdad? —La actitud de la mujer dio un giro de ciento ochenta grados más rápido de lo que Kevin podía apretar un gatillo—. Once y media de la mañana, sala VIP seis, piso sesenta del Hotel Ramada. No llegues tarde, ¿de acuerdo?
—Entendido. —Tras colgar, René se frotó las sienes, resignada—. Supongo que hoy no podré escaparme.
—René, ¿quieres que lo mate por ti? —sugirió Selena mientras jugueteaba hábilmente con un cuchillo de mesa.
—Ni siquiera lo pienses. —Entonces, se levantó y anunció—: Le prometí a Cecilia ir a comprar anillos con ella por la mañana. Después de eso, iré al Hotel Ramada. Kevin, ¿por qué no vienes conmigo?
No se sentía cómoda dejándolo solo en la casa, pues temía perderlo de nuevo. Por fin había vuelto, así que le preocupaba que volviera a marcharse sin decir nada.
—¡De acuerdo! —Kevin se bebió el vaso de leche de un solo trago—. ¿Pero quién es Cecilia? ¿Es bonita?
—Es la mejor amiga de René. —Selena lo miró de reojo—. Es conocida por ser una de las Cinco Bellezas de Ciudad Clesa, pero ya está comprometida, así que no tienes ninguna oportunidad, aunque seas el hombre más sexy del mundo.
—¿Cinco Bellezas? —Kevin sonrió—. Creía que las mujeres más bonitas de Ciudad Clesa eran mis siete hermanas.
—¡Canalla! —lo regañaron Selena y René al unísono.
Una joven atractiva estaba sentada en la sala VIP del Taller de Joyería Galván, mirando de vez en cuando por la ventana cuando de repente, sonrió y saludó.
—¡René! ¡Aquí!
Kevin, quien estaba con René, no pudo evitar quedarse sorprendido al ver a la joven; hacía honor al nombre de las Cinco Bellezas de Ciudad Clesa. El vestido rojo corto envolvía muy bien sus curvas y sus impecables rasgos faciales eran competencia cruel para las celebridades más atractivas de la ciudad. Después de arrastrar a René al sofá, Cecilia miró a Kevin con curiosidad antes de volverse hacia su amiga:
—René, esto es... —empezó.
Era la primera vez que la veía con un hombre.
—Es el hermano con el que crecí.
Boquiabierta, Cecilia se llevó la mano a la boca.
—Él... ¿es el hermano del que siempre hablas? —Lo evaluó—. Es atractivo. No me extraña que no puedas olvidarte de él...
—¿De qué estás hablando? —René se sonrojó y habló en un susurro—: Date prisa en elegir tu anillo, tengo que ir a una cita a ciegas más tarde.
—¿En serio? —Cecilia abrió los ojos de par en par con incredulidad—. ¡No puede ser! ¿La gran presidenta René Vinstor va a una cita a ciegas?
—Es idea de mi madre. No puedo decir que no.
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