Al terminar de comer, Sasha llamó un taxi y se fue porque tenía algo que resolver en el banco, pero antes, le recordó a Mateo:
—Mateo, no metas al señor Navarro en problemas de nuevo. Ya ha hecho mucho por nosotros y entre más buscas su ayuda, más le vamos a deber. ¿Entiendes?
Mateo asintió, pero Sasha no sabía que era Guillermo quien lo molestaba a él porque le seguía insistiendo en que sanara la enfermedad de su hija. En cuanto al asunto del restaurante Noches en Shanghái, fue gracias a Timoteo y no tenía nada que ver con Guillermo. Con las habilidades de Mateo, las personas tenían el honor de atenderlo. Luego de despedirse de Sasha, le llamó a Salvador Cárdenas y le pidió que investigara sobre lo que le había pasado a Sasha. En cuanto colgó el teléfono, recibió una llamada, de José.
—Señor Lara, lamento molestarlo, pero tengo un favor que pedirle. ¿Tiene tiempo hoy?
-¡No hay problema!
No pasó mucho tiempo cuando vio llegar el auto de José antes de entrar. José comenzó a explicarle la situación: el hijo de su viejo amigo tenía varios años de casado, pero seguía sin poder tener un hijo. No lograban entender cuál era la razón incluso luego de haber visitado muchos doctores famosos y por eso José quería la ayuda de Mateo.
—Señor Lara, lamento molestarlo, pero le debo una gran cantidad de dinero a un amigo mío. Aunque ya falleció, no puedo soportar verlo sin sucesores y por eso me armé de valor para pedirle ayuda -imploró José.
—¡No hay problema! —Mateo sacudió su mano. José lo había tratado muy bien e incluso fue de gran ayuda para él la última vez. Esa era la razón por la que a Mateo no le importaba darle una mano. Pronto, los dos llegaron a un chalé de lujo en la ciudad. Era la Hacienda Empire, uno de los chalés más lujosos de Eastcliff. Las personas que vivían ahí eran ricos y poderosos. Sin embargo, había una gran diferencia a comparación al Jardín Lakeside.
Finalmente, el auto se detuvo enfrente del chalé y en cuanto Mateo salió del vehículo, de pronto, un auto condujo por detrás que por poco lo atropella.
-¿Estás ciego? ¿Por qué estás parado en medio de la calle? ¿Quieres morir? ¡Quítate del camino! -El conductor estaba gritando a todo pulmón. Mateo frunció y justo cuando estaba por hablar, una mujer anciana salió corriendo de su casa.
-¡Oh, Dr. Elias! ¡Por fin llegó! ¡Pase, pase!
Un hombre anciano con el cabello y barba blanca salió del auto vestido de traje. Al ver esto, la expresión en el rostro de José cambió y exclamó por el impacto:
-¿El Dr. Elias? ¿Por...por qué está aquí? ¿Será que regresó por la conferencia del intercambio medico?
Mateo tenía curiosidad y preguntó:
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