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El Retorno de la Princesa romance Capítulo 7

Beatriz decidió dejar de darle vueltas al asunto y se concentró en freír los huevos.

Arriba, en la habitación, Elías salió del baño envuelto en una bata. Al ver el cuarto vacío, se quedó perplejo por un instante. El miedo a perderla lo invadió de golpe.

—¡Rafael, Rafael! —gritó, angustiado.

—Señor… —respondió Rafael, acudiendo de inmediato.

—¿Dónde está? —preguntó Elías con voz gélida.

—La señorita Rosales, ¿no estaba en la habitación? —tartamudeó Rafael.

—¡Cierren todas las salidas de Nuevo Santander! ¡Desplieguen a todos los guardaespaldas, que no quede ni un rincón sin revisar! —ordenó Elías mientras bajaba corriendo las escaleras.

—Preparen el carro, voy a…

—¿A dónde vas? —lo interrumpió una voz suave, pero con un deje de molestia, desde su izquierda.

Elías se giró y vio a Beatriz, vestida con un pijama rosa y un delantal, sosteniendo un tazón.

¡No se había ido!

Beatriz se acercó a él con el té de jengibre y lo miró.

—En bata y descalzo, ¿a dónde vas con tanta prisa?

Lo había oído desde la cocina mientras preparaba los fideos y había salido corriendo.

Elías la miró a sus preciosos ojos, que brillaban como estrellas, y sintió una extraña punzada de culpa. No se atrevía a confesar que había pensado que se había escapado.

—¿Te quedaste mudo de lo guapa que soy? —bromeó Beatriz, arqueando una ceja.

—Sí, guapísima —asintió Elías, con una seriedad que contrastaba con la situación.

Beatriz se quedó sin palabras. Sabía el aspecto que tenía en ese momento, ¡era todo un montaje! ¿Cómo podía decir algo así sin que le remordiera la conciencia? Aunque, por ahora, no pensaba quitarse ese maquillaje tan poco favorecedor.

Rafael levantó la vista y observó a Beatriz: el pelo teñido de todos los colores del arcoíris y alborotado, dos ojos de panda y unos labios pintados de un rojo tan intenso que parecía que acababa de devorar a alguien. Por no hablar de los numerosos granos que salpicaban su cara. ¿Y a eso le llamaba guapa? El señor no es que viera la belleza en el interior, ¡es que estaba ciego!

—Bebe un poco de té de jengibre para entrar en calor. Voy a la cocina a prepararte los fideos —dijo Beatriz, ofreciéndole el tazón.

Capítulo 7 1

Capítulo 7 2

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