El Secreto de Mi Prometido romance Capítulo 233

—Oh.

—He visto que rompiste tu compromiso con él, ustedes ya se habían separado, ¿verdad? Ahora estás soltera, ¿puedo cortejarte?

—No puedes.

Luisa se levantó, no quería quedarse más tiempo allí escuchando las tonterías de Carlos.

Carlos, al ver que Luisa se iba, se apresuró a agarrarle la mano, pero antes de que pudiera hablar, Luisa le torció la muñeca con un contraataque que crujió.

—¡Ay!— Carlos sintió el dolor y lo expresó involuntariamente.

Luisa soltó su mano, con un visible disgusto en los ojos, —Carlos, ya te lo dije claramente la última vez: no me molestes más, ¿no entiendes?

Carlos, con una mirada herida, observó obsesivamente a Luisa, —Luisita, no puedo, no puedo dejarte ir.

—Carlos, me das asco.

Dicho esto, Luisa se giró y se fue sin mirar atrás.

Carlos la siguió, —Andrés ya debía de estar con esa actriz cuando estaba contigo. Justo rompes con él y salen los rumores de su affaire, ¿acaso descubriste que te estaba traicionando y por eso rompiste con él?

Luisa apretó los labios, su expresión era fría, y aceleró el paso sin responder a la pregunta de Carlos.

Carlos la siguió de cerca, —¿Has seguido el evento de gala del mundo del espectáculo esta noche? Andrés y esa actriz caminaron juntos por la alfombra roja, están anunciando su relación. Luisita, deberías rendirte.

Al oír la palabra "anunciando", Luisa se detuvo.

Carlos, al ver que Luisa finalmente se detenía, sonrió ligeramente, —Luisita, yo...

—¡Vete!

—Luisita, no me eches, sé que ahora...

—¡Te dije que te fueras!

—Señor, si sigue así, llamaremos a la policía.

—¡No la estoy acosando, he dicho que somos pareja!

...

Luisa regresó a su habitación, cerró la puerta y se apoyó en ella, mirando al suelo con la mirada vacía.

Después de un rato, de manera entumecida, sacó su celular y abrió los trending topics en Twitter.

La foto de Andrés con Rocío apareció de repente en la pantalla.

El celular cayó al suelo con un "clack".

La brisa nocturna entró por la ventana, haciendo que las cortinas de gasa blanca ondearan.

Como si hubiera sido golpeada por un rayo, la sangre de Luisa se congeló en un instante, y se quedó parada bajo la luz, pálida como un fantasma.