El Secreto de Mi Prometido romance Capítulo 376

A la tarde del día siguiente, Luisa recibió una llamada.

La persona al otro lado de la línea le informó sobre la actual situación del Grupo Rodríguez.

—Varios acreedores habían presentado reclamaciones ante el tribunal, y la deuda total del Grupo Rodríguez ascendía en esos momentos a 20 millones de dólares.

—Carlos, como principal accionista del Grupo Rodríguez, había abusado de la personalidad jurídica independiente de la empresa y de la responsabilidad limitada del accionista para evadir por completo las deudas, perjudicando gravemente los intereses de los acreedores. Varias empresas acreedoras habían presentado pruebas en conjunto ante el tribunal exigiendo de forma definitiva que Carlos asumiera responsabilidad solidaria por las deudas de la compañía.

—Los bienes inmuebles a nombre de Carlos ya habían sido embargados en su totalidad por el tribunal, sus bienes muebles de alto valor también habían sido confiscados, y todas sus cuentas bancarias estaban congeladas.

—Sofía había acudido esa mañana a una abogada para redactar el acuerdo de divorcio.

Al escuchar esto, Luisa no se sorprendió para nada.

Sofía se había acostumbrado a la vida de una esposa rica, ¿cómo iba a soportar ahora una vida de pobreza y humillaciones?

Luisa preguntó: —¿Qué abogada contrató?

La otra persona respondió: —La abogada Carina, de Consultores Legales Rivera.

Ah, Consultores Legales Rivera.

Ella los conocía muy bien.

Después de que Valentina invirtiera en Consultores Legales Rivera, la verdad Luisa había renunciado por iniciativa propia.

Cuando se enteró de que Valentina había sido expulsada de casa de los Martínez, Andrés investigó las finanzas de Valentina.

La inversión que Valentina había hecho en Consultores Legales Rivera fue recuperada por completo el equipo de abogados de élite de la familia Martínez.

En cuanto a la abogada Carina, Luisa tenía un recuerdo bastante inquietante de ella.

Esa abogada Carina tenía muy mal carácter. Siempre irradiaba una energía negativa y, ante cualquier contratiempo en el trabajo, descargaba toda su ira sobre las asistentes.

Por cualquier simpleza, se lanzaba a regañarlas sin piedad alguna. Lucía ya había llorado varias veces por sus gritos.

Según comentaban otros empleados de Consultores Legales Rivera, esa abogada Carina ya había hecho renunciar a varios asistentes por su difícil temperamento.

Los asistentes que trabajaban bajo su dirección aguantaban, como mucho, un mes. Algunos se iban después del primer día sin ni siquiera cobrar el sueldo.