EL VIENTRE HUMANO PARA LOS CACHORROS DEL ALFA romance Capítulo 1

ALFA KIERAN THERON:

El olor me golpeó como una descarga eléctrica, enviando escalofríos por mi columna vertebral. Mi piel se erizó al reconocerlo: era mi propia esencia, pero más dulce, más intensa, entrelazada con algo más que no podía identificar. Imposible. Esto solo ocurría cuando... ¡No! Después de cientos de años esperando, ¿por qué ahora?

Mis músculos se tensaron por instinto y, antes de poder procesarlo conscientemente, ya estaba corriendo. El aroma me guió más allá de los límites de la manada, hacia una vieja casa de piedra y madera en las afueras del pueblo. El edificio, rodeado de pinos centenarios, había sido ocupado recientemente por tres humanas. Podía oler sus esencias entremezcladas con el aroma a pintura fresca y cajas de cartón.

Mi lobo Atka se agitaba en mi interior, desesperado por irrumpir en la casa, pero tres siglos de control me mantuvieron anclado al suelo. No podía simplemente entrar y asustar a los humanos. ¿Cómo era posible que mi esencia estuviera allí?

Las palabras de mi primo Gael aquella mañana, hacía ya un buen tiempo vinieron a mi mente en ese momento:

—¡Maldita sea, Kieran!— Su puño se había estrellado contra mi escritorio. Las venas de su cuello sobresalían por la frustración. —¡No puedes seguir ignorando esto! La manada necesita un heredero y lo sabes.

Tres siglos como Alfa, y ahora no solo mi propia sangre cuestionaba mi capacidad para engendrar un heredero, sino que mi olor, mi esencia misma, me guiaba hacia una casa humana. La ironía era brutal. Durante siglos había intentado concebir un heredero con las mejores lobas de sangre pura, y ahora…Había accedido a que analizara mi esencia, pero esto...

Mi Beta me había contratado una asistente hacía tres meses, precisamente de esas humanas que habitaban esa casa, no podía ser lo que estaba pensando.

—Kieran, ¿crees que Gael hizo algo más con nuestra esencia que analizarla? —preguntó Atka

—Eso no puede ser cierto, no he dado mi autorización —gruñí sin querer aceptar la única explicación posible

El amanecer me pareció eterno, cuando ella apareció mi nariz confirmó lo que sospechábamos, por sus idas y venidas al baño. Era evidente que no la estaba pasando bien.

Era la tercera vez en la mañana que se dirigía al baño. Sólo la miraba fijamente siguiendo cada uno de sus movimientos sin poder creer lo que mi nariz me decía. Llevaba tres meses trabajando para mí, no era excelente pero no protestaba. Se adaptan bien a mis rutinas en mi perfectamente ordenado mundo.

—Necesito salir temprano hoy —anunció cuando regresó, limpiándose discretamente el sudor de la frente—. Tengo una cita médica.

Mantuve la mirada fija en los documentos sobre mi escritorio mientras asentía distraídamente. Los sutiles cambios en el aroma de Claris confirmaban mis sospechas: algo no andaba bien con ella. ¡Maldición! ¿En qué estaba pensando Gael al experimentar con una humana?

Cuando ella se marchó, la curiosidad y la preocupación me empujaron a seguirla. Me transformé en Atka, mi forma lobuna, aunque reduje mi tamaño para no llamar la atención. Claris siempre había mostrado un extraño afecto por los animales; en más de una ocasión se había acercado a acariciarme sin mostrar el menor temor. Ahora, sin embargo, la veía caminar apresuradamente, consultando su reloj con nerviosismo, completamente ajena a la verdadera naturaleza de su situación.

1: EL LLAMADO DE LA SANGRE 1

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