Ella Aceptó el Divorcio, Él entró en Pánico romance Capítulo 168

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~Scarlett~

No había forma de escapar, la única salida estaba bloqueada por Oliver Scott.

¿Qué podía hacer? ¿Por qué parecía tener un problema conmigo? Casi ni lo conocía. ¿Por Ava? Si era eso, ¿entonces se preocuparía por su verdadera hermana? ¡Pero él quería que ella se muriera! Además, ¡ni siquiera podía probar que SÍ soy su hermana, aunque quisiera!

—Oye, tranquila —dijo de repente Oliver Scott— Él está aquí porque una chica jugó con su corazón, pero si te incomoda, le puedo pedir que se vaya.

Damian Vanderbilt le lanzó una mirada fulminante a su amigo.

—¿En serio?

Parpadeé, conteniendo las lágrimas que casi estaban por salir. ¿En serio? ¿Estaría de mi lado?

—Quiero irme —le dije en voz baja a Oliver Scott, mirándolo a los ojos, con mi corazón latiendo rápido. Oliver me miró por varios segundos sin mostrar mucha expresión, pero luego se levantó y me dejo pasar.

—No sabía que los malos se asustan tan fácil —se burló Damian Vanderbilt. Me di la vuelta preocupada, pero no está detrás mío— Me refiero a lo que sea, que has estado haciendo con Ava Fuller...

—...eso no es asunto tuyo.

Antes de que pudiera girarme, la mano de Sebastián se posó sobre mi brazo, y su cuerpo caliente se pegó al mío. Sentí una seguridad irracional, suspiré y me relajé un poco, escuchando su voz baja y dominante cerca de mi oído.

—¿Te dejo sola por un segundo y ya te asustas como una gatita?

Sé que no debo pelear con mi aliado frente al enemigo, ¡pero él me dejó primero! Me moví despacio y pisé sus pies con mi tacón, poniendo algo de fuerza, mientras lo miraba en silencio. Sebastián frunció los labios, acariciándome el hombro suavemente como diciendo que se rendia.

—Pensé que ustedes dos se iban a divorciar —dijo de repente Damian Vanderbilt, pero sus ojos no nos miraban a nosotros, sino a su amigo— ¿Es solo en serio un chisme?

—Sí —respondió Sebastián firmemente, mirándolos.

¡¡¡Hey!!! ¿Qué tenía que ver Oliver Scott en todo esto?

—La señorita Ava estaba bastante decidida a entregarte su corazón —se rio Oliver Scott, acomodándose en el sofá, al lado de Vanderbilt, dejando el otro lado para mí y Sebastián — ¿Te gustaría que te hiciera el favor de darle las malas noticias?