~Scarlett~
Su grito pronto atrajo la atención.
El primero en darse cuenta fue Sebastián. Creo que vino corriendo incluso antes de que la empujara al agua, porque saltó tras ella casi al instante y la levantó. Ella tosía como si se hubiera medio ahogado. Pero por muy buena actriz que fuera, el miedo que fingía no estaba ni cerca al miedo que yo sentía por dentro.
Empujé a Ava, la delicada princesa de los Fuller, hacia un lago helado, y el único testigo era mi propio esposo.
El caso de mi crimen podría ya estar cerrado y sentenciado.
No me atrevo a imaginar la ira de Jack Fuller, la decepción de Anne Fuller, la sed de venganza de Gabriel y.… de Damian Vanderbilt. Ni siquiera sabía que decirle Sebastián en ese momento.
—¿Qué es lo que está pasando aquí? —escuché la voz preocupada de Damian Vanderbilt y me congelé de miedo.
—¡Perdón! —Ava se puso a llorar desconsoladamente mientras intentaba levantarse— ¡Damian, perdí el collar de mamá! ¡Lo siento, lo siento tanto! ¡Intenté detenerla, pero fue ella más rápida!
¿Qué diablos?! La miré, completamente impactada, mientras seguía en su papel de víctima. Damian se veía muy enojado por sus palabras, mientras me miraba con rabia.
Sebastián rescató a Ava, se quitó su traje y la arropo, pero luego se puso de pie frente a mí, como escondiéndome de mi hermano, el jefe de la mafia.
—Tienes que calmarte... —dijo Sebastián, pero Damian Vanderbilt ya estaba que mataba y comía del muerto.
—¡No me digas que me calme! —le gritó, mientras le daba un puño en la cara a Sebastián.
—¡Ah!!! —solté un grito de horror, se me salieron unas lágrimas, pero corrí hacia Sebastián, él se levantó más rápido de lo que pude alcanzarlo.
—¡Aléjate, Scar! —me ordenó, rápidamente, levantando ambas manos hacia Damian Vanderbilt— ¡No voy a pelear contigo! Sé que estás bravo, ¡y puedes desahogarte conmigo! Pero si quieres resolver el problema, entonces tenemos que hablar.
Jadeando como un oso enfadado, Damian Vanderbilt se quedó quieto, intentando aguantarse las ganas de pegarle. Solo se quedó allí, mirándome fijamente.
—¿Qué fue lo que hiciste? —me exigió, con cada una de sus palabras ardiendo en llamas.
Sebastián me escondió detrás de él
—Scar, dile lo que pasó.
—¡No hice nada! ¡Ni siquiera toqué ese collar! —dije, solo para darme cuenta de que ni siquiera debería saber sobre ese collar — ¡Ella quería empujarme, así que la tiré al agua, eso es todo lo que pasó!


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Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Ella Aceptó el Divorcio, Él entró en Pánico