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Ella Aceptó el Divorcio, Él entró en Pánico romance Capítulo 32

Perspectiva de Scarlett

¿Quién dijo que quejarse es de débiles y que siempre hay que ser una santa?

Me comporté como una santa, ¿y qué fue lo que gané? Humillación, dolor y un "gracias" que llegó demasiado tarde. No quería sonar amargada, ¡pero se sintió increíble hacerlo!

Después de esa noche en que le planté cara a Sebastián, algo reventó dentro de mí. Mi corazón ya no se retuerce por él cada maldito segundo. Ahora veo mi vida con otros ojos. Cuando firmé los papeles del divorcio, aún no me sentía lista… pero ahora sí.

Siento que renací.

Creí que me tomaría siglos acostumbrarme a verlo con Ava, y que el dolor me comería hasta quedar como un zombi.

Pero no. Solo necesitaba escupirle la verdad y cerrar ese capítulo de una puta vez. Esto debe ser el famoso cierre del que tanto hablan.

"¿Señorita Scarlett?" La recepcionista de la sede de Dunn Corp se acerca con una sonrisa aduladora. "El CEO la espera. Por aquí, por favor."

Ni borracha uso mi apellido de casada si no es obligatorio. No es por mí, sino por las "lecciones" que Gabriel me enseñó a golpes. Mejor así.

"Por supuesto, gracias." agarro la carpeta que llevo en las manos, pero no la sigo hasta respirar hondo para calmar mi corazón acelerado.

Recibí la respuesta de Adrián al día siguiente de aquella noche caótica:

[Ven. Ya sabes dónde encontrarme.]

Me preparé para un rechazo, e incluso tenía un discurso elaborado para eso. Pero no esperaba un sí tan tajante. ¡Fui yo quien dudó! Me pasé días puliendo la propuesta hasta dejarla más brillante que mis tacones de aguja.

Lo necesito.

Como una de las empresas más antiguas en el ámbito mediático, el edificio de Dunn Corp se alza en el centro de la ciudad. Se veía alto, aburrido y con un aire de académico del siglo pasado. Nada que ver con el edificio moderno y lleno de elementos modernos de Sebastián, propio de la era digital.

Ellos dos son tan diferentes.

Y ahí está él, Adrián Dunn, de pie frente al ventanal, con una copa de cristal tallado.

Tiene un gusto impecable para vestir, al igual que Sebastián. Sus trajes planchados resaltan sus piernas fuertes, dándole un aire severo. Su camisa blanca no tiene una arruga, mostrando su espalda ancha y brazos musculosos sin parecer ajustada.

La mayor diferencia entre él y Sebastián es su escritorio impecablemente ordenado, comparado con el desorden que siempre tiene Sebastián en el suyo.

"Espero que el tráfico no te haya enfadado." se gira hacia mí al oír la puerta y deja la copa sobre un posavasos desgastado.

El posavasos parece desgatado y sucio, destacando entre la limpieza lujosa de su escritorio. Parece un souvenir barato de feria, de esos que regalan en eventos insignificantes. Nada que ver con el caballero que tengo frente a mí, así que le echo otra mirada.

"¿Te gusta?" Adrián golpea el posavasos dos veces con el dedo. Me mira con una sonrisa burlona, como si estuviera desafiándome.

Mi corazón da un salto.

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