Mikhail abrió los ojos y con pereza se incorporó, bostezó antes de girarse a ver a Violeta, quién estaba muy cómoda en la cama, ella le regaló una tierna sonrisa.
—Quisiera quedarme contigo en la cama— dijo sonriendo levemente.
—¿Qué te lo impide?— le preguntó con cariño.
—El club, debo ir y resolver algunos asuntos, y un par de documentos que requieren mi firma.
—¿No podrías dejarlo para mañana, mi amor?— preguntó dulcemente.
—Podría, pero prefiero hacerlo hoy, mañana mi único plan es dedicarte todo el día, lo pasaremos juntos.
—Me encanta ese plan— sonrió con picardía— sabes que me encanta cuando te quedas en casa y me consientes.
—Y a mí me encanta consentirte— se inclinó y le dió un largo beso— ¿Irás conmigo al club?
—Hoy no me apetece, cariño. La verdad es que estoy bastante agotada, estuve todo el día con Varenka, caminamos mucho, no— bostezó— no quiero salir de ésta cama por nada del mundo— se acurrucó más como para realzar sus palabras— quizás otro día.
—De acuerdo, preciosa— sonrió— duerme un poco, no es necesario que me esperes despierta, probablemente volveré tarde.
—Bien— asintió— descansaré mucho, para mañana estar al cien.
—Esa es una muy buena idea, ahora iré a tomar una ducha, mientras más pronto me marche, más pronto volveré a tu lado— Violeta asintió y lo vio desaparecer en dirección al baño, ella se cubrió completamente con las sábanas, tomó el mando del televisor y se dedicó a seguir viendo la serie, realmente estaba muy agotada, no siquiera se percató cuando Mikhail se marchó.
El ruso se encargó de apagar el televisor y programarlo nuevamente para que regresara a su lugar, le dió un beso en la frente y se marchó, listo para dedicarse a los negocios.
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Al llegar al club, seguido de sus hombres fue recibido con normalidad, habían muchas personas disfrutando de la intimidad del lugar. El club Volkov, era una lugar prestigioso, elegante, muy íntimo y discreto, brindándole a sus usuarios una experiencia agradable, era un lugar para soltar las inhibiciones, olvidarse de las reglas sociales y disfrutar de un rato agradable en un buen ambiente, si bien buscaba compañía de cama, o compañía para beber y conversar, aquel era el lugar indicado.
Suspiró, acababa de llegar y ya extrañaba a su querida Violeta, sus palabras habían sido certeras, ella era su ancla, su ración de paz en aquél turbulento mundo de sangre, maldad y violencia, su intención de mantenerla lo más alejada de la mafia, era sin lugar a dudas, la decisión correcta, no quería dañar al alma noble y pura de su mujer, presenciando el lado oscuro de su trabajo, ella lo sabía, no le guardaba secretos, pero no era necesario mezclarla en todo aquello.
—¡Bienvenido, señor!— le dijo el hombre que acababa de llegar junto a él, el encargado de dirigir el club en su ausencia.
—Hola Yuri, buenas noches. ¿Cómo está todo por aquí?
—Todo muy bien, estamos casi llenos hoy.
—Como siempre— dijo Mikhail.
—Como siempre, señor— le confirmó el hombre.
—He venido par encargarme de los documentos, Yuri. Revisaré las planillas de pago y las cuentas.
—Por supuesto, señor. Todo está organizado, esperándole en su oficina. ¿Necesita algo más?
—No, de ser así te lo comunicaré, Yuri, encárgate de asegurarte que nuestra clientela esté bien.
—Por supuesto, señor.
Y dicho aquello se dirigió directamente a su oficina, dónde se dedicó a revisar documentos, firmar planillas de pagos para los trabajadores, así como otros documentos, reviso las cuentas, todo aquello le llevó bastante tiempo, dirigir grandes negocios no era tan sencillo como algunos pensaban. Cuando más tarde se desocupó cerró las carpetas, salió de la oficina y se encontró con Nicolay, junto a Sergey que lo esperaban en la puerta.
—¿Nos marchamos, señor?— preguntó Sergey.
—Pronto, pero quiero tomar un trago primero, mientras observo un poco el lugar, luego nos iremos a casa.
—Como usted ordene, señor.
Mikhail, se ubicó en una mesa en la parte superior VIP del lugar, desde allí podía observar a todos los presentes, algunos le miraba y levantaban su copa hacía él en señal de saludo, Mikhail correspondía al gesto con una amable sonrisa a la vez que elevaba su copa. Giró su rostro al descubrir un movimiento de sus hombres, Vladimir e Ivanna estaban intentando llegar hasta él.
—¿Señor?— preguntó Nicolay, mirándolo en forma de pregunta.
—Está bien— levantó la mano en un gesto—permíteles pasar—Nikolay obedeció, haciéndose a un lado e indicándole con la mano que podían entrar, él ni se tomó la molestia de levantarse para recibirlos.
—Mikhail, que bueno verte— saludó Vladimir Novikov.
—Vladimir, Ivanna— saludó sonriendo— ¿Una copa?
—Oh, por supuesto— Mikhail señaló el sofá frente a él, ambos obedecieron tomando asiento, con un movimiento se acercó una hermosa chica que sirvió las bebidas de los invitados y llenó el vaso de Mikhail nuevamente.
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