Esposa Pecadora romance Capítulo 1690

Adam enfatizó y luego explicó cuidadosamente.

"Shirley, siempre te crees muy lista, ¡pero eres extremadamente estúpida cuando se trata de esto! Sigues pensando que nuestros padres no se preocupaban por ti y que te ignoraron. Incluso cuando te enviaron a San Piaf para ampliar tus estudios, seguías pensando que te habían abandonado. Te lo digo, Shirley, ¡eres muy engreída!".

"¡Cállate!".

Shirley, quien estaba ligeramente enfurecida, detuvo a Adam.

"¿Quién te crees que eres para darme lecciones? Te lo advierto, Adam. Deja de meterte en mis asuntos con Eveline y Jeremy. Si te atreves a contradecirme ayudándolos a desarrollar de nuevo el reactivo de prueba antitoxinas, ¡solo estarás buscando problemas!".

"¿Problemas? Por problemas, ¿te refieres a Carter Gray? El hombre que te tiene bajo su mando, ¿no es así?".

Cuando Adam mencionó a Carter, la expresión de Shirley cambió abruptamente.

Adam se sintió aún más dolido al ver el cambio en la expresión de Shirley.

"¿Estás enamorada de ese hombre?", preguntó Adam con un tono mucho más amable.

Shirley no respondió.

Adam frunció aún más el ceño. "Shirley, aléjate de ese hombre. Si no, no tendrás escapatoria".

Él habló mientras sacaba un pequeño cuaderno del bolsillo de su abrigo. "Sé que no creerás nada de lo que te diga, así que deberías descubrir la verdad por ti misma".

Le entregó el cuaderno a Shirley.

Shirley bajó la mirada, miró el cuaderno y sus pupilas se contrajeron de repente al verlo.

Allí descansaban los miembros más cercanos de su familia, pero su corazón solo sentía odio por ellos.

Todos estos años, siempre había sido insistente y firme en su creencia de que sus padres, al no tener amor por ella, siempre habían querido abandonarla. Sin embargo, ese día, en ese momento, su firme creencia pareció tambalearse, haciéndola sentir nerviosa y asustada.

Hubo una repentina ráfaga de viento frío y desolador, y el cuaderno salió volando de la mesa de piedra.

Shirley quería ignorar el cuaderno para poder seguir odiándolos. Coincidentemente, el cuaderno, lanzado por el viento, cayó a sus pies.

Ella tuvo que fijarse en él, así que tuvo que agacharse y recoger el cuaderno.

Había tenido la intención de evitar mirar el contenido del cuaderno a toda costa, pero con el rabillo del ojo, miró descuidadamente el contenido de una de las páginas...