Esposa Pecadora romance Capítulo 1830

Al principio, Cathy había asumido que Shirley decidió quedarse porque todavía sentía algo por Carter. No esperaba que la decisión de Shirley se basara en tales consideraciones.

Sin embargo, Cathy seguía preocupada.

“Pero si no te vas a casa, Adam no te verá y se preocupará”.

Al escuchar las palabras de Cathy, Shirley levantó la cabeza y miró hacia adelante. Había una ráfaga de brisa fresca de primavera, y la comisura de los labios de Shirley pareció torcerse.

Una sonrisa inusualmente amable adornaba su rostro.

“Sé que está muy preocupado por mí. Siempre ha tenido un corazón blando y ha cuidado de mí sin hacérmelo saber. Pero debo pagar el precio de mis pecados. Es hora de dejar de molestar a mi hermano”.

Cuando Shirley habló, su tono era sereno, a diferencia de la hostilidad que tenía cuando se enfrentaba a Adam.

En este punto, Cathy comenzó a sentir que Shirley no era una persona de corazón frío.

De hecho, Shirley se preocupaba.

“No tienes que decirle nada a Adam. Solo deja que asuma que me escape por mi cuenta”.

“¿Por qué no me dejas decirle la verdad?”. Cathy estaba desconcertada.

Shirley sonrió alegremente. A pesar de la visible cicatriz en el lado derecho de su cara, su sonrisa era excepcionalmente pura en ese momento.

“No es necesario. Solo deja que piense que soy ese tipo de persona. Entonces tendría más sentido. He dicho todo lo que necesitaba decir. Ten cuidado en tu camino de regreso”.

“Ya que lo tienes todo pensado, seguiré tus instrucciones. No diré nada”. Cathy estuvo de acuerdo. Cathy luego miró a Shirley. “Cuídate”.

Cathy se dio la vuelta cuando terminó de hablar.

Sin embargo, antes de que pudiera dar un solo paso, la voz de Shirley llegó desde atrás.

“Cathy”.

Shirley la llamó.

Era una pena que el niño tuviera que pagar por sus pecados.

Shirley finalmente experimentó lo que es la angustia cuando se dio cuenta de que el niño pronto desaparecería para siempre de su vientre.

Poco después, Shirley regresó sola a la casa. Carter se había marchado, dejando a Camille sentada sola en el sofá de la sala de estar.

La actitud de Camille había cambiado después de volver a ver a Shirley. Su odio y desprecio eran menos evidentes, especialmente después de ver las piernas lisiadas y el rostro desfigurado de Shirley. Camille también sentía pesar y tristeza.

Sin embargo, sus palabras seguían repletas de culpa e insatisfacción.

“Si no te hubieras ido sin decir una palabra en ese entonces, ya serías la nuera oficial de la familia Gray. ¿Eres consciente de que al volver aquí embarazada del hijo de Carter, el niño podría no ser reconocido legítimamente cuando nazca?”.

En respuesta a las agudas palabras de Camille, Shirley sonrió con confianza. “No creo que el señor Gray permita que eso le ocurra a su hijo”.

Tan pronto como Shirley terminó de hablar, la voz indescriptiblemente mezquina de una mujer sonó desde las escaleras.

“¡Estás equivocada! ¡El niño que llevas en tu vientre solo puede ser considerado un vil engendro!”.