Esposa Pecadora romance Capítulo 2195

El diamante del anillo volvió a reflejarse con un destello de deslumbrante brillo bajo las brillantes luces.

Al momento siguiente, Daniel se arrodilló, miró a Ava con devoción y habló con expresión seria: “Ava, aunque no llevamos mucho tiempo juntos, mi corazón me dice que tú eres la única mujer con la que quiero pasar el resto de mi vida”.

Le confesó su amor y siguió con una propuesta directa.

“Ava, ¿te casarías conmigo? ¿Serías mi esposa? Prometo que te amaré y te valoraré con todo mi corazón por el resto de tu vida. Prometo cuidarte y protegerte con mi vida. No quiero casarme con nadie más que contigo”.

Daniel dijo la última parte aparentemente para aquellas personas que querían emparejarlo con Naya.

Por otro lado, ¡Naya sintió que Daniel le decía eso a ella!

Sintió como si la hubieran humillado. Apretó los puños y se clavó las uñas con fuerza en la palma mientras intentaba contener sus emociones que estaban a punto de explotar.

Cuando esto ocurrió, todos los invitados se sorprendieron.

Maisie, quien había querido presentarle a Ava a su hermano mayor, no pudo evitar sentirse un poco decepcionada. Sin embargo, sabía que los sentimientos no podían forzarse, así que también se sorprendió y se alegró. Tan pronto escuchó esto, le insistió a Ava, diciendo: “¡Vamos, Ava! ¡Di que sí!”.

Todo esto también fue inesperado para Ava porque la propuesta de Daniel parecía haber surgido de la nada. Fue tan inesperada que ella antes pensaba que ese día aún estaba muy, muy lejos. Sin embargo, parecía que él ya había preparado un anillo.

Además de eso, se dio cuenta de que no era un anillo normal, ya que estaba diseñado con elementos que le gustaban.

Ella pudo adivinar que Daniel le había pedido especialmente a Madeline que diseñara el anillo porque la última vez ella le había dicho a Madeline qué tipo de joyas le gustaban. Ava incluso le había dicho emocionada a Madeline que le gustaría que su anillo de boda fuera diseñado por ella misma si alguna vez se casaba.

Ava sintió una oleada de dulce calidez fluyendo por su corazón mientras miraba a los ojos expectantes y respetuosos de Daniel antes de volver a sonreír.

“Es hora de que se detenga”. El tono de Daniel era frío, y sus ojos lucían severos. “¿De verdad sigue intentando mantener esta farsa a estas alturas? ¿Cree que soy un tonto? ¿O cree que todos los invitados aquí son tontos?”.

“...”. La señora Méndez frunció los labios y se quedó sin palabras por un momento.

“Señora, ¿no se está pasando al llamar zorra a la señorita Long?”.

De repente, una mujer con voz aguda preguntó desde la multitud.

“Mujer, su amor por su hija no le da el derecho a denigrar y difamar a la hija de alguien más como quiera”.

La señora Méndez se paralizó por un momento y miró hacia la dueña de la voz que avanzaba a zancadas con la caja del anillo en la mano.