Esposa Pecadora romance Capítulo 2296

Ella miró a Jeremy durante unos segundos antes de acercarse a zancadas al lado de Ethan.

“Papi, ¿qué hace él aquí? ¿Qué hace en la sala de conferencias del Grupo Méndez?”. Naya utilizó un tono desconcertado y extendió la mano para sostener la mano de Ethan, actuando un poco consentida.

La expresión en el rostro de Ethan se desmoronó mientras evitaba la mano extendida de Naya. “¿Cómo te atreves a preguntarle al Señor Whitman qué hace aquí? ¡Pregúntate qué has hecho!”.

Naya nunca había visto a su padre enfadarse tanto con ella, así que se quedó perpleja. Cuando volvió a sus sentidos, se dio cuenta de que habían muchas personas mirando en la sala de conferencias. Se sintió apenada y avergonzada. Por lo tanto, su temperamento comenzó a alterarse de nuevo.

“¿Qué ocurre? ¿Qué he hecho?”.

“¡¿Te sigues haciendo la tonta?!”. Los ojos de Ethan se abrieron de par en par con ira mientras se giraba para tomar la carta del abogado en la mesa de conferencias. “¡Mira lo que has hecho!”.

Ethan no tuvo el valor de lanzar la carta del abogado directamente a Naya, así que, en su lugar, la dejó en sus manos.

Naya la tomó y la vio en un instante.

Sin embargo, Naya se enfureció aún más.

“Papi, ¿es por esto que me estas gritando?”, preguntó y volvió a mirar a Jeremy. “Señor Whitman, ¿ha venido al Grupo Méndez por esto? ¿Qué? ¿Quiere usar su identidad para presionar a mi papi? En efecto, los Whitman tienen dinero y poder en Glendale, ¡pero los Méndez no se doblegarán!”.

“¡Cállate!”.

Ethan estaba echando humo ahora.

“Papi, no tuve más remedio que enviar esta demanda a Eveline. ¿Sabes lo que dicen de mí esas personas que no conocen la verdad en Internet? Papi, soy una víctima. ¿Quieres ver cómo otras personas simplemente maltratan a tu hija?”.

“...”. Ethan se quedó perplejo por un momento. Después de pensarlo, se volvió hacia Jeremy. “Señor Whitman…”.

“Señor Méndez, sería mejor que no hablara tan pronto”.

Jeremy separó de repente los labios y lo interrumpió. Su voz era tan seductora como siempre, pero su tono era inusualmente mordaz. Además, esos ojos suyos profundos y fríos eran como cuchillas de hielo que atravesaban el rostro de Naya.

Naya nunca había visto una mirada tan profunda e indiferente, por lo que su corazón se aceleró mientras entraba en pánico.