Madeline, al borde del llanto con los ojos bien abiertos, estaba segura de que esa voz no era una alucinación.
Al levantar la cabeza, se quedó mirando la pequeña sonrisa de Ava, mientras ésta le sonreía con sus grandes ojos parpadeantes. Ava estaba viva.
Madeline estaba en conflicto. Sus sentimientos se mezclaban con un poco de frustración, pero también con un gran alivio.
Ava se levantó enérgicamente, al ver el deslumbramiento de Madeline.
Arqueó una ceja con orgullo hacia Madeline.
"¿Por fin admite que soy su buena amiga, Srta. Vera Quinn?".
Madeline se quedó sin palabras.
En medio del silencio, Madeline sintió que alguien se le acercaba por detrás.
Enderezándose y girando la cabeza, vio a Daniel entrar en la habitación. Sus rasgos elegantes y equilibrados estaban teñidos de un sutil matiz de emoción, mientras sus ojos brillaban con lágrimas.
Madeline se percató que era una prueba.
A pesar de tener sus dudas, al final había decidido confiar en ellos.
Porque tenía miedo de que las personas que le importaban la dejaran en verdad.
"Por fin lo has admitido, Maddie". La manzana de Adán de Daniel se balanceó y su voz titubeó, mientras caminaba hacia Madeline. "Es genial verte, de nuevo".
Habló con suavidad, extendiendo lentamente la mano, para tocar la mejilla de Madeline.
Ella apartó su mano, de un manotazo. "¿Te hace gracia esto?".
Su tono era frío, con una fuerte carga de advertencia.
Tanto Ava como Daniel, se sorprendieron. No esperaban que Madeline estuviera tan enfadada.
"Madeline...".
"Maddie, yo...".
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