Esposa Pecadora romance Capítulo 445

Antes de esto, Madeline ya sabía cómo enfrentarse a todos.

Sin embargo, cuando miró al Viejo Maestro Whitman, de pelo blanco, frente a ella, sintió un dolor en su corazón. Sin embargo, ella todavía lo miraba a los ojos con calma.

"Abuelo, tenías razón. Soy Maddie".

Ella finalmente admitió eso ante el Viejo Maestro. Ella podía sentir las lágrimas picando en las comisuras de sus ojos.

“Abuelo, gracias por confiar y apoyarme, en todos esos años. Eras la única persona que fue buena conmigo, en esta familia. Lo recordaré por siempre".

El Viejo Maestro Whitman caminó frente a Madeline, lentamente, con el apoyo de su bastón. Sus ojos viejos y turbios, la miraron con cariño y comprensión.

"Hija, finalmente lo estás admitiendo. Estoy tan feliz".

Al ver la mirada amorosa del Viejo Maestro, Madeline se disculpó de repente. "Lo siento, abuelo. Me temo que voy a tener que decepcionarlo".

"No. Estoy feliz de ver a la nueva tú". El Viejo Maestro levantó la mano y agarró la de Madeline. Su palma estaba fría, pero él todavía estaba tratando de darle algo de calidez a Madeline. “Jeremy te hizo daño. La riqueza y el poder no son nada, frente a la vida humana. Sin embargo, gracias a Dios, todavía estás viva".

"Abuelo…".

"Siempre te apoyaré, como solía hacerlo".

La respuesta del Viejo Maestro, conmovió a Madeline.

En ese momento, Madeline recibió la llamada de Felipe. Ella no se quedó. Ella se fue, después de despedirse del Viejo Maestro.

Karen se quedó flácida, después de que Madeline se fuera. Se derrumbó en la silla, sin vida, y quedó petrificada. "No esperaba que ella estuviera viva. No esperaba... Ella usó una identidad falsa, para acercarse a nosotros. ¡Debe estar aquí para vengarse! ¡Ella debe haber querido tomar represalias contra mí!", Karen murmuró. Ella llamó a Jeremy, de inmediato, pero no pudo comunicarse con él, por muchas veces que lo llamara.

Como no sabía cuál sería el próximo movimiento de Madeline, ella estaba tan frenética como un gato sobre ladrillos calientes.

"¡No! ¡No puedo quedarme sin hacer nada!".

"¿Qué más quieres hacer?". El Viejo Maestro Whitman frunció el ceño. Sus cejas blancas se fruncieron juntas, mientras miraba a Karen, insatisfecho.