Sentí una mezcla de emociones, mi boca estaba abierta pero no salia ninguna palabra. Estaba en shock, no podía creer que esto me estuviera pasando a mi.
—¿que pero...? —negué con la cabeza mientras trataba de ordenar mis pensamientos.
—¿porque nunca me lo dijiste? —pregunte en un hilo de voz apenas audible.
Me vino a la mente todos los momentos que pase junto con Elio, había sentido algo por el pero no sabia con exactitud que era ¿era amor? No lose, no se comprará con lo que siento por Leonardo.
—tenia miedo, siempre pensé que en algún momento... No lose lo nuestro se daría pero después llego Leonardo. —murmuró Elio con amargura y tristeza.
Elio se levantó de su cama posicionándose frente a mi, mirándome con ternura.
—eligeme Natale, por favor. —susurro en mi oído con voz ronca.
Posicione mi mano en su abdomen en un intento de alejarlo de mi lado.
—basta Elio, acuéstate aun estas lastimado. —dije suplicante.
Si Leonardo se entera de esto seguro peleará con Elio.
—prometo hacerte feliz, prometo estar siempre a tu lado a pesar de todo Natale, dejame estar contigo. —acarició mi Mejía con suma delicadeza, después con su dedo índice acarició mis labios acercándose a ellos.
Gire mi rostro de forma rápida evitando así el beso.
Me dolía hacerle esto a Elio pero no era lo correcto, amo a Leonardo y no pienso cambiarlo por nadie.
—entiendo. —murmuró de mala gana separándose de mi lado.
—Elio yo... —dije tratando de explicar lo que pensaba.
—esta bien Natale, no soy lo suficientemente bueno para ti. —dijo con melancolía.
Mis ojos comenzaron tornarse cristalinos, quería llorar.
—perdoname Elio. —dije con voz quebrada.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Extinción de mates