—¡Vamos! ¡Comprime la barriga!
—Pero, ¿de qué sirve que la encoja? ¡Voy a estallar!
—¡Nada de dramatismos! ¡Aquí nadie va a estallar! ¡Mete la barriga ya!
—¡Que no! ¡Que va a ser inútil!
—¿Que va a ser inútil? ¡Ya verás que no!
—¡No voy a entrar!
—¡Sí vas a entrar, maldita sea! ¡Sujeta el frente y yo lo de atrás!
Sin darse por vencida, Emily hace su último esfuerzo. Aprieta los dientes, agarra la apretada faja talladora color piel y la estira con fuerza hacia arriba. Con todas sus ganas. Poniendo todo su peso en la causa.
La tela asciende por los gruesos muslos de su amiga y se encaja a presión sobre su estómago y cintura, reduciendo algunas tallas.
—¡Oh, sí! —Exclama eufórica, mientras Giorgia jadea, sintiendo que le falta el aire y que las otras partes de su cuerpo van a explotar, para encontrar la liberación que necesita—. ¡Te lo dije! ¡Entró!
—Sí, entró. Pero siento que voy a explotar. —La voz de Giorgia se escucha estrangulada. Su piel blanca ha adquirido un tono rojizo y suda, a pesar de que la temperatura del aire acondicionado está en lo más bajo.
—Oh, no. No vengas con cosas, ni te pongas histérica —la regaña su amiga—. Vas a llevar esa faja y vas a ponerte ese sexy vestido para que te veas espectacular y le robes la mirada a unos cuantos chicos bien buenos.
—Tú estás bien loca, Em. —Giorgia no puede evitar reír con diversión por lo que ha dicho su amiga.
Ella es consciente de lo mucho que su amiga la quiere y que es esa la razón por la que siempre la ve con ojos de amor. Para Emily, su amiga es perfecta, pero, Giorgia sabe la verdad. Lo ha sabido siempre; desde que era una niñita y los demás niños se burlaban de ella por su peso, llamándola vaca, ballena, elefante y todos los animales grandes que se podían comparar con una gordita como ella.
No es que todo eso no le afecte en absoluto, por supuesto que sí, sin embargo, con los años ha aprendido a aceptarlo y a aceptarse a sí misma, sin dejar que la opinión de las otras personas le afecten o influyan en ella.
Es una gorda y eso no va a cambiar jamás, haga lo que haga.
Nunca será una opción para ningún hombre, porque para su desgracia, vive en una sociedad en la cual lo único que importa es la apariencia, no los sentimientos, ni las otras cualidades que la hacen una mujer fabulosa. Pero, aún así, ella no está dispuesta a perder su esencia y, aunque los demás solo se fijen en su físico, ella va a continuar siendo la misma mujer de siempre: amable, dulce y excepcional.
—¿Loca? ¿Yo? ¿Por qué? —cuestiona Emily, mientras se acerca a la cama para agarrar el vestido de seda rojo para Gio. Lo levanta, lo extiende, se gira y sonríe.
—Pues por pensar que voy a robar miradas, me ponga lo que me ponga —se ríe Giorgia.
—¡No estoy loca! —rebate Em y se acerca a su amiga, para entregarle el vestido—. Por supuesto que así será. —Acuna el rostro de Giorgia entre sus manos y la mira, con dulzura—. Eres guapa, Gio, y lo mejor de todo, una mujer excepcional y que vale mucho, por lo que tiene aquí. —Pone su mano en el pecho de su amiga.
Giorgia le sonríe y la abraza, dándole un beso afectuoso en la mejilla.
—Gracias por ser siempre tan buena amiga conmigo —manifiesta.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: GORDITA, PERO FABULOSA