—¿Por qué me tironeas? ¡Solo estoy diciendo la verdad! ¡Estoy segura de que Andrea sigue enamorada de ti! ¡De seguro solo está resentida porque la dejaste, así que solo se encontró a un hombre para que fingiera ser su novio!
—¡Cállate, Mayra! —le gritó Josué al instante, su voz parecía estar teñida de una pisca de ira.
—¿En serio me gritaste, Josué? ¿Aún le tienes cariño a Andrea? ¿Por qué ya no me amas?
En ese momento, Mayra se puso triste y le salieron lágrimas de los ojos a pesar de estar muy equivocada. No pude evitar sonreír al ver su expresión de lástima.
«Vaya, vaya… Le encanta hacerse la víctima, ¿no? Quizá sea esta expresión la que fascinó a Josué; después de todo, a los hombres les gustan las mujeres débiles, frágiles y delicadas. Por el contrario, yo no soy esa clase de mujer».
Soltando su mano de mi cintura, Miguel se le acercó a Josué, y, tras examinar a Mayra, le señaló de manera burlesca:
—Señor Centeno, ¡su gusto en mujeres debe mejorar!
«¡Guau! No esperaba a que fuera tan directo considerando su comportamiento reservado».
Se notaba que Josué se sentía mortificado. Al verlo humillado, me sobrevino un indescriptible gozo.
—Tengo algo que hacer, así que, con su permiso, señor Sosa.
Josué era una persona egoísta, así que el arrebato de mal genio de Mayra debió avergonzarlo a gran medida. Al haber dicho esto, se fue, arrastrando a Mabel con él.
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