Natalia me miró con una ceja alzada mientras se tocaba los dedos estando nerviosa. Por lo normal, entendía lo que trataba de decirme.
—En parte tienes razón. De hecho, lo hice con un hombre, pero no fue con Josué.
Me dio asco el simple hecho de mencionar a Josué.
«¡Aj! ¡Estaba tan cegada como para enamorarme de un hombre tan repugnante!».
—¡¿Qué?! ¿Lo hiciste con otro hombre? ¿Qué fue lo que pasó? —preguntó Natalia, mirándome boquiabierta con los ojos muy abiertos, sorprendida por lo que le dije.
Al ver su reacción, le conté acerca de cuando vi a Josué y Mayra juntos en la cama cuando regresé anoche al hogar conyugal.
—¡¿Qué?! ¿En serio Josué pudo hacer algo tan miserable? ¡Qué desgraciado!
Tras mi explicación, Natalia estaba enfurecida también y comenzó a criticarlo.
—Oh, cierto. Entonces ¿qué pasará con la boda? ¡Se suponía que se casaran hoy! —Al recordar eso, me miró ansiosa.
—Se cancela la boda —le respondí con suavidad, pero al decirlo podía recordar con muy bien el dolor agonizante que sentí en ese momento.
«Estuve esperando esta boda por tantos años y organicé cada simple detalle; invertí todo mi tiempo y esfuerzo en eso, pero ¡todo fue en vano!».
—Estoy cansada, necesito descansar, Natalia.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Haciéndolo mío