Si bien yo aún estaba enojada, sus palabras ayudaron a calmarme bastante; suspiré.
—No negaré que hay cierta química entre nosotros dos, pero, bueno, seré directa usted, yo odio que la gente dude de mí. Yo por igual tengo mi propia moralidad y, ahora que he decidido salir con usted, no me involucraré con algún otro hombre.
Pero, a decir verdad, yo aún estaba en una relación de amigos con derechos con Miguel, pero yo ya había decidido en terminarla; ahora que seguía adelante, construiría mi propia vida y así él simplemente sería mi jefe en el trabajo.
—Me alegra escuchar eso, Andrea. Te prometo que te trataré bien —dijo con emoción.
Me obligué a sonreírle; pero, a pesar de que yo deseaba mantener mi relación con Raúl, lo que tuvimos en ese instante empeoró mi impresión sobre él.
Yo creía que el tiempo era la clave para solucionar mi falta de atracción actual hacia él y, siempre y cuando tuviéramos más citas, yo en algún punto desarrollaría sentimientos por él. Pero a pesar de ello, no siempre las acciones y creencias vienen juntas; esa tarde, yo estaba buscando cualquier excusa para rechazar su invitación a ir al cine después de la cena.
Cuando regresé a casa, era de esperarse que fuera bombardeada de preguntas por Natalia y no pude irme a mi habitación hasta que haya recitado toda la conversación que tuve con Raúl.
En el transcurso de los siguientes días, Raúl parecía estar esforzándose en cumplir su palabra respecto a tratarme bien. Parecía ser mucho más proactivo y hacía por lo menos una llamada telefónica por día para ver cómo estaba. A pesar de que sus acciones no me conmovían en lo más mínimo, por lo menos estaba segura de que él haría un buen papel como esposo; mi mejor opción hasta el momento era quedarme con él.
Mientras tanto, Miguel no me había contactado desde aquel día y yo creí que eso significaba que nuestra relación había acabado.
Y fue de ese modo en el que pude viví en total harmonía por los próximos días. Cada día repetía mi rutina usual, la cual consistía en ir al trabajo y llamar a Raúl; a pesar de lo mucho que me esforzaba, aún no podía sentir nada por él. Por el otro lado, Raúl estaba aún más emocionado cuando cambiamos a hacer videollamadas.
Después de haber pasado tanto tiempo con él, yo ya estaba segura de que él era un hombre maduro y que podía confiar en él y, aunque habíamos estado saliendo por un tiempo, él seguía respetando mis límites y no se comportaba de manera inapropiada. Puede ser que, por culpa de mis traumas del pasado, haya visto a cada hombre que buscaba el contacto físico tan pronto posible en una relación como gente desagradable.
El día anterior, me encontré a Natalia en la sala de estar en un estado de melancolía, ni siquiera me saludó. Me dirigí a un lado suyo.
—¿Qué ocurre? —abracé uno de sus brazos. Era fuera de lo común verla de esa manera, por lo general ella era una persona llena de vida y positiva.
—Tengo la sospecha de que Jaime no me ama en realidad —me volteó a ver con un aspecto sombrío.
«¿De verdad Jaime hizo algo para traicionarla?»
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Haciéndolo mío