En el restaurante Golden Jade. Muy famoso en Donghai.
Los mejores chefs de Donghai estaban aquí. No sólo era muy caro comer aquí, sino que había que reservar con mucha anticipación. Antes de salir, Jiang Ning le había pedido a Lin Yuzhen que llamara e hiciera una reservación.
Jiang Ning empujó a Lin Wen fuera del elevador mientras Lin Yuzhen y Sumei los seguían. Era su primera vez en un restaurante tan elegante, así que Sumei estaba un poco nerviosa.
-Yuzhen, esto es demasiado caro, ¿no? -Y continuó en voz baja-: No podemos gastarnos el dinero de Jiang Ning así como así. Es casi como quedarle a deber un favor que no podremos devolverle.
Lin Yuzhen sabía que nada más comer un platillo en el Golden Jade costaba varios miles de dólares. Un colega suyo había comido ahí y lo presumió todo un mes.
-Jiang Ning dijo que quiere invitarte la cena. No puedo detenerlo. -Dudó antes de seguir-: Ustedes sólo coman.
Más tarde le pagaré nuestra parte.
Sumei se sintió mejor al oír eso.
Jiang Ning guiaba a Lin Wen hacia la recepción y alguien se acercó para atenderlos.
-Lo sentimos, señor, pero el restaurante está lleno. Si aún quiere comer, espere de ese lado, por favor.
-¿Está lleno? -Jiang Ning miró alrededor y luego a Lin Yuzhen—. ¿No habías hecho la reservación?
Lin Yuzhen se acercó y sacó su teléfono. La notificación de la reservación se veía con claridad-. Así es, hicimos una reservación. Puede pedirle a la recepción que revise el registro. Reservamos para las 6 p. m., aunque apenas son las 5:46 p. m.
—Lo siento, llegaron unos invitados y se pasaron directamente. Puede que su notificación no se haya actualizado a tiempo -continuó el mesero con tranquilidad-. Por favor, esperen de ese lado o podrían
volver mañana.
-¿Qué pasa? Hicimos la reservación primero.
Lin Yuzhen comenzó a sentirse frustrada. ¿Por qué era tan difícil ir a comer? Seguro que el restaurante no podía hacer las cosas como les viniera en gana sólo porque su negocio era excelente.
Sume! echó un vistazo y le dio un jalón a Lin Yuzhen.
-¿Y si vamos a otro lado?
Este lugar era demasiado caro. Con sólo ver la ropa de los clientes que estaban adentro se podía saber que los precios estaban lejos de su alcance.
-Mamá, es la primera vez que te invito a comer, así que no nos iremos a otro lado. Vamos a comer aquí.
Nadie se había atrevido jamás a quitarle su mesa. Cuando Jiang Ning salía a comer, los dueños de los restaurantes siempre lo recibían con mucha cortesía. Esta vez incluso había hecho una reservación, pero no había lugar.
-¿Quién es tu jefe?
El mesero levantó una ceja. ¿Intentaba impresionarlo? Él había visto a mucha gente así.
—Nuestro jefe es Huang Yuming, el director Huang de Donghai. ¿Ha oído hablar de él? -resopló.
Mucha gente sabía que no podían permitirse ofender a alguien como Huang Yuming y se desaparecerían al escuchar su nombre. El mesero había visto a mucha gente así. No tenía caso fingir.
Jiang Ning no respondió. Sacó su teléfono y llamó a Huang Yuming. Huang Yuming estaba bañándose en un jacuzzi en el piso más alto. La modelo joven y delgada que tenía abrazada se veía muy cómoda. El teléfono comenzó a sonar. No reconoció el número pero liberó uno de sus brazos y respondió la llamada.
-¿Diga?
-Pequeño Huang, estoy en tu restaurante. ¿Hay lugar?
De inmediato, Huang Yuming se alarmó cuando escuchó esa voz. Se levantó sin demora y salpicó agua por todas partes, dándole un susto a la pobre modelo.
-¡Claro que hay! Gran Jefe, ¿está en el restaurante Golden Jade? ¡Voy ahora mismo!
No le importó que su cabello siguiera empapado. Huang Yuming se secó en un abrir y cerrar de ojos, se vistió y bajó en su elevador personal.
De vuelta en la recepción del Golden Jade.
El mesero miraba a Jiang Ning como si estuviera mirando a un idiota. ¿Pequeño Huang? Este tipo sí que sabía actuar. Nadie en toda Donghai se atrevía a llamarle «pequeño Huang» a Huang Yuming. Quizás creyó que no le quedaba mucho tiempo de vida, así que era mejor fingir que podía pisotear el terreno del director Huang.
-Joven, ¿por qué no le pregunta a alguien de quién es este lugar? Si está intentando lucirse, este es el lugar equivocado. -La expresión del mesero se ensombreció-. Le daré un minuto para que se vaya. De otro modo, no me culpe por portarme desagradable.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Héroe Retrasado