Los casi sesenta hombres habían caído al suelo. Los pocos que seguían conscientes gemían patéticamente a causa del terrible dolor.
-¿Estás bien, Jiang Ning?
Lin Yuzhen por fin logró reaccionar y estaba muy preocupada. Sabía que Jiang Ning podía pelear pero nunca esperó que fuera tan bueno. ¡Uno contra sesenta! Y los liquidó en menos de un minuto. Era espeluznante.
—Estoy bien —respondió él con calma—. Estos tipos no pudieron ni tocarme.
Los miró como si pensara para sí mismo que era obvio que no había practicado en mucho tiempo, ya que le tomó casi un minuto barrer a esos brutos buenos para nada.
Sacó su teléfono y le llamó a Huang Yuming:
—Creo que por aquí hay algo de basura que tienes que limpiar.
Al colgar, Jiang Ning vio a los trabajadores que seguían mirándolo boquiabiertos y con los ojos como platos.
-Ya pueden seguir trabajando seguros. Nadie los molestará. ¿Entendido?
Los trabajadores asintieron. El señor Xu sintió que temblaba. Estaba a punto de tirarse y reverenciar a Jiang Ning. Este era un hombre de verdad, un hombre de hombres.
-¡Hermano Ning! -Corrió de prisa y apenas pudo recuperar el aliento—. No se preocupe, voy a vigilar muy de cerca y me aseguraré de que nada salga mal. No los decepcionaré ni a usted ni a la señorita Lin.
Jiang Ning asintió con la cabeza.
En un santiamén, Huang Yuming llegó con un montón de hombres.
-¡Amárrenlos! -Huang Yuming echaba humo-. ¿Quién se atreve a causar problemas en mi proyecto?
También lo consideraba suyo. Ya que alguien había venido a ocasionar conflictos, simplemente no podía ignorarlo.
Además, Lin Yuzhen era quien estaba a cargo y era esposa de Jiang Ning.
-Gran Jefe, es mi culpa por no ocuparme de las cosas y asustaron a la jefa Yuzhen de manera innecesaria.
-Yo estoy aquí, así que nadie podrá lastimarla. -Jiang Ning apuntó al líder del grupo-. Ese tipo dijo que su jefe es Hei Hu.
—¿Hei Hu?
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