¿No funcionó que el director Li intercediera por él? ¿No eran los directores Li y Huang muy buenos amigos desde la escuela? Lin Feng aún estaba siendo arrogante, pero ahora no pudo ni fingir una sonrisa. Si había insistido en no firmar con nadie más que con Lin Yuzhen, entonces tenían que ir y rogarle con humildad.
La cara de Lin Qiang era de desagrado. Nunca pensó que este asunto se pondría tan complicado. ¿Qué hizo Lin Yuzhen para que el director Huang la protegiera de esa manera?
—¡Esa pequeña zorra! —Lin Qiang se rio con crueldad—. Parece que es bastante buena en la cama, eh.
Normalmente actúa toda pura e inocente, es todo un acto.
Si no hubiera complacido a Huang, ¿por qué él sería tan protector con ella? ¡Pura basura! Si quería que le rogara a Lin Yuzhen, honestamente esto era imposible. Él preferiría rogarle a un perro que a un miembro inútil de la familia de Lin Wen.
¡Riiiing...! El teléfono de Lin Feng comenzó a timbrar. Su cara se puso aún más pálida cuando vio quién llamaba.
-Es el abuelo.
Lin Feng estaba a punto de llorar. Temía más que le llamara Lin Xiao. Pero ahora él estaba a cargo del proyecto, así que, si algo salía mal, él sería el culpable.
-Contesta -le ordenó Lin Qiang. No tenía otra opción más que contestar la llamada. Las consecuencias de no contestarle al abuelo eran peores.
—Abuelo —Lin Feng saludó.
-Feng, ¿cómo va el proyecto con Huang? -Lin Xiao no se anduvo con rodeos. Le preocupaba más el proyecto. Era muy importante y los Lin habían invertido mucho en él.
-Bien, todo va muy bien.
Lin Feng miró a Lin Qiang y vio que su padre le estaba haciendo señas. Mintió:
-Ya que Huang tenga tiempo, podremos firmar el contrato.
-Muy bien.
-Debes poner especial cuidado en esto, no podemos perder este proyecto -dijo Lin Xiao-, Si algo salé mal, te las vas a ver conmigo.
Colgó. Le sudaban las manos. Sabía muy bien qué tipo de temperamento tenía su abuelo. Si algo ocurría, no se resolvería tan fácil con tan sólo firmar o recibir una paliza.
—Papá, ¿qué vamos a hacer? —Lin Feng en verdad estaba a punto de llorar. Lin Yuzhen era tan despreciable al darle estas tareas tan difíciles y al meterlo en tantos problemas. Lin Qiang se veía aún peor. ¿De verdad tenían que volver con Lin Wen y rogarle piedad? Habían sido muy arrogantes y no podían importarles menos Lin Yuzhen y su familia. Si fueran a rogarle, ¿no sería igual a que los abofetearan dos veces en la cara? Lin Qiang no soportaba la idea de rebajarse con esta familia.
—Ve tú, Lin Feng.
Después de pensarlo, Lin Qiang dijo:
-Ve a rogarle a Lin Yuzhen, aunque le tengas que rogar, aunque tengas que ponerte de rodillas, más vale que lo hagas, mientras Lin Yuzhen firme el contrato.
-¡Papá!
-¿Qué, esperas que yo lo haga? -Lin Qiang le gruñó a su hijo con los ojos enrojecidos.
Lin Feng quería salvar su orgullo, pero Lin Qiang estaba aún más desesperado que su hijo. Si se supiera que un anciano como él tenía que rogarle a un miembro más joven de la familia, sería una gran desgracia. Lin Feng no se atrevió a hablar después de que su padre había sido tan directo. Él había comenzado este desastre. Si terminaba hiriendo el orgullo de su padre, entonces sí estaría muerto. Lin Feng sólo pudo apretar los dientes y se dirigió abatido hacia la casa de Lin Yuzhen.
Esta vez, Lin Yuzhen y su familia estaban comiendo. La mesa no era muy grande, cada uno estaba al lado del otro y comían en silencio. Era la primera vez que la familia de Lin Yuzhen tenía una persona más a la mesa. Y se trataba de su nuevo yerno. Lin Wen nunca hablaba mientras comía, y Sumei no sabía qué decir. No le agradaba Jiang Ning, y peor aún, él no deseaba a su hija, pero se terminó casándose con este hombre inútil. Pero antes Jiang Ning la había defendido. No estaba ciega ni podía fingir que no se daba cuenta. Lin Yuzhen tampoco sabía qué decir. Por el contrario, Jiang Ning se comportaba como si estuviera en su propia casa y no le importaba ninguna formalidad. «Mamá, eres muy buena cocinera. Está delicioso». «No sé cuándo fue la última vez que comí tan rico». «¿Puedo servirme otro plato de arroz?»
Había más vegetales que carne en los platos sobre la mesa, pero Jiang Ning comía bocados grandes de todo como si fueran exquisiteces. Verlo comer así hizo que Lin Yuzhen pensara que quizá muchas veces había pasado hambre como vagabundo. Así que antes de que Sumei pudiera reaccionar, Lin Yuzhen tomó el tazón vació y le sirvió otro plato de arroz.
—Gracias, amorcito.
Lin Yuzhen estaba sosteniendo el cucharón del arroz cuando escuchó la manera en la que la llamó y empezó a temblarle la mano.
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