Jefe Irresistible: Rendida a su Pasión romance Capítulo 2

"Heitor"

Cuando llegué a la empresa el viernes, Julia, mi secretaria, ya vino corriendo detrás de mí. Julia era excelente y muy bien casada, por lo tanto, estaba fuera de mi alcance, llevaba conmigo tiempo suficiente para tomarse algunas libertades y mantenía las cosas entre nosotros bastante profesionales y nunca la cortejé. Aunque también, Julia tenía casi sesenta años.

—Sr. Martínez, tiene un millón de asuntos pendientes en su escritorio y todos estos recados —Julia fue entregándome unos veinte mensajes sujetos con un clip.

—¿A qué hora empieza a trabajar toda esta gente, a las cinco de la mañana? —le dije mirándola ya medio estresado.

—A las ocho, pero usted llega media hora tarde, por lo tanto... —dijo Julia y se fue saliendo—. ¡Que tenga un excelente día!

Desde que mi última asistente, la Srta. Camila, renunció la semana pasada, estaba muy complicado. Necesitaba sentar cabeza; acostarme con mi asistente sobre el escritorio después del horario laboral no fue una buena idea. ¡Otra vez!

Al día siguiente ella vino llena de encanto y tuve que cortarla, diciéndole que sería mejor mantener las cosas únicamente profesionales entre nosotros. Se enfureció, rompió algunas cosas en mi oficina y renunció.

Estaba pensando seriamente en contratar a un hombre para que me asistiera, así como Patricio Guzman que tenía a Rick, sería más inteligente, pues no caería en tentación y mantendría al asistente por más de seis meses. Era un infierno tener que repetir entrevistas y contratar a alguien.

Ya había devuelto varias llamadas y respondido muchos correos electrónicos, ni siquiera tuve tiempo para almorzar, pero mi escritorio seguía lleno de pendientes. Me sentía en medio del caos.

Mi celular vibró sobre la mesa y cuando miré la pantalla era un mensaje de Mariana agradeciéndome por la recomendación de la Srta. Catarina Vergara, a quien acababa de contratar para ser la nueva asistente de Alessandro. Estuve tentado a preguntar cómo era la joven, pero seguí el consejo de Patricio y solo respondí diciendo que me alegraba la noticia.

Julia entró a la oficina y colocó un plato con un sándwich y un vaso de jugo de sandía sobre mi escritorio.

—¡Coma! Todavía tiene muchos pendientes que resolver, no puede darse el lujo de ir a parar al hospital porque no comió —dijo Julia como si fuera una madre severa.

—Gracias, Julia. ¡Eres un faro en mi vida! —le sonreí y ella salió de mi oficina sonriendo.

El teléfono sonó sobre mi escritorio y cuando contesté, mi secretaria dijo que era Otavio Lascuran. Siempre lo atendía, sin importar el caos que hubiera en mi escritorio, así que pedí que pasara la llamada.

—¡Otavio, amigo mío! ¿Cómo estás? Todavía me debes una partida de golf —atendí a Otavio con alegría.

Otavio era amigo de mi padre y se había convertido en un gran amigo para mí. Cuando asumí la empresa, fueron los consejos de Otavio Lascuran los que me guiaron en el mundo de los negocios y no me dejaron hundirme, tenía apenas dieciocho años, estaba comenzando la universidad.

—Estoy bien, hijo. Pronto iré a Porto Paraíso y jugaremos esa partida de golf —soltó una risa. Era un hombre muy educado y siempre de buen humor. A diferencia de mi padre, era un marido ejemplar.