Úrsula sonrió.
—Mamá, ¿dónde están los bebés?
—¡Aquí están! —Valentina giró la cámara. Los tres niños jugaban felices en el parque privado de la mansión Solano.
Valentina y Álvaro Solano estaban allí.
Y no solo ellos, también los tres abuelos.
Todo un ejército cuidando a los tres pequeños.
Al ver que los niños estaban a salvo, Minerva respiró aliviada.
Valentina notó la bata de hospital y la cama.
—Minerva, ¿qué te pasó? ¿Estás enferma?
—Mamá, te cuento todo con calma cuando regrese en la noche. Tú y papá sigan cuidando a los bebés, por favor.
—Claro que sí, Ami. —Valentina asintió.
***
Selena sentía que la cabeza le estallaba. Al abrir los ojos, todo era blanco.
El olor a desinfectante le inundó la nariz.
¿Dónde estaba?
¿No había muerto?
¿Era esto el cielo?
Pero, ¿por qué el cielo olía a hospital?
Selena jamás consideró que iría al infierno.
Había matado, sí.
Pero mató a gente que la traicionó.
¡Gente que merecía morir!
Así que el infierno no era para ella.
Intentó levantar la mano para tocarse la cabeza, pero sus extremidades no respondían. Ni las manos ni los pies.
¿Qué pasaba?
De repente, una voz emocionada rompió el silencio.
—¡Capitana Blasco! ¡Capitana Blasco! ¡Selena despertó!
Estrella entró corriendo.
—Cierren la puerta. A partir de ahora, nadie entra ni sale sin permiso.
—Entendido, Capitana.

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Cenicienta Guerrera
Hola , me encanta la novela pero faltan los capitulo desde la 1156 a la 1180...