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La Cenicienta Guerrera romance Capítulo 124

Al escuchar esas palabras, Santiago sintió que algo dentro de él se quebraba.

—¿Mi propuesta tiene problemas? —bufó con desdén—. ¿José Marín? Ese chamaco ni termina de madurar y ¿ya se atreve a cuestionar mi trabajo?

Cuando Santiago aparecía en las portadas de los periódicos de economía y lo llamaban el genio de la década, José apenas y estaba terminando su tesis de licenciatura.

A los ojos de Santiago, José no le llegaba ni a los talones. Ni siquiera a un cabello suyo.

¿Y ese muchacho se atrevía a señalar errores en su estrategia? La sola idea le parecía ridícula.

Santiago casi se echó a reír del coraje.

Rafael, por su parte, se humedeció los labios con nerviosismo.

—Santi, ¿no será que andas muy cansado últimamente?

Santiago no respondió, pero Rafael también había revisado el plan que entregó para Alianza Magnífica. Y, la verdad, sí había notado varios huecos ocultos.

Todo lucía muy vistoso en papel, pero en la práctica, ese plan se caía a pedazos. Era pura teoría, nada más.

Nada que ver con el estilo de Santiago de siempre.

Rafael hasta comenzó a dudar si los logros anteriores de Grupo Ríos se debían realmente a Santiago.

La familia Lozano y la familia Ríos siempre habían sido muy cercanas.

De hecho, Rafael había escuchado un rumor hace tiempo.

Se decía que Joaquín había hecho que Santiago se casara con Úrsula por dos razones: porque Úrsula tenía buen semblante y porque era una genia para los negocios. Que, gracias a ella, Grupo Ríos había salido a flote.

En su momento, Rafael se había burlado de esa idea. ¿Una muchacha de rancho, que ni la prepa había acabado, con talento para los negocios? Ridículo.

Pero ese día, al recordar el chisme, Rafael sintió un escalofrío recorriéndole la espalda.

¿Y si el ídolo al que tanto admiraba era solo un farsante en los negocios?

¿Y si la verdadera mente brillante era otra persona?

Por un instante, Rafael se quedó callado, con una expresión complicada pintada en la cara.

Santiago, fastidiado de tanta charla inútil, se frotó las sienes.

—¿Ya se enteró Eduardo Marín de esto?

Eduardo era el presidente de Alianza Magnífica y, además, el papá de José.

—Cuando fui a la junta, el señor Marín estaba ahí —respondió Rafael—. Por lo que dijo, parece que quiere asociarse con Úrsula.

Santiago soltó una risa desdeñosa.

—¿Asociarse con Úrsula?

—Así es —confirmó Rafael, asintiendo con la cabeza—. Santi, ¿por qué no vuelves a enviar otra propuesta para Alianza Magnífica? A lo mejor...

Capítulo 124 1

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