Una vez que dejaron todo listo en el trabajo, Luciano y Benjamín regresaron a casa para prepararse. Después de todo, a la una de la tarde tenían que volver a trabajar.
Al ver que su nieta ya les había conseguido empleo a los dos viejos amigos, Fabián empezó a inquietarse.
—Úrsula, ¿por qué no le pides al señor Cruz que me asigne algo que hacer también? Si no, me la voy a pasar sin hacer nada en la casa y eso me desespera.
Úrsula soltó una sonrisa.
—A partir de ahora, usted es el dueño de Excel Proyectos Inmobiliarios. ¿Cuándo ha visto que un jefe se ponga a trabajar solo?
La verdad era que Úrsula había comprado Excel Proyectos Inmobiliarios justo para que Fabián tuviera en qué entretenerse. Sabía que su abuelo no podía quedarse quieto.
Fabián abrió los ojos como platos.
—¿Dueño?
Úrsula asintió.
—Así es. Ya compré Excel Proyectos Inmobiliarios.
El asombro de Fabián se hizo todavía mayor.
—¿Compraste...? ¿Cómo que lo compraste?
No lo podía creer. Era como si estuviera soñando.
—Úrsula, ¿no me estarás jugando una broma?
Fabián siempre pensó que Úrsula conocía a Ignacio y por eso él la ayudaba, pero jamás imaginó que su nieta fuera capaz de comprar toda la empresa.
Ignacio, que los escuchaba, agregó con respeto:
—Señor, la señorita Méndez no le está jugando. De verdad es la nueva dueña de la empresa. De ahora en adelante, las órdenes las da usted.
Fabián apenas podía reaccionar. Volteó a ver a su nieta, desconcertado.
—Úrsula, ¿cómo voy a poder ser el jefe? ¡Eso yo no lo puedo hacer!
—Claro que puede. Para eso está el señor Cruz, él se encarga de todo lo complicado. Usted solo supervise un poco, disfrute el jardín, cuide las plantas, haga ejercicio. Ahora es el momento de que viva tranquilo.
Ignacio miró a Fabián con una mezcla de admiración y envidia.
Si él hubiera tenido una nieta como Úrsula, se podría ir en paz de este mundo.
...
De regreso a casa, Fabián por fin le preguntó la duda que le rondaba la cabeza.
—Úrsula, ¿cómo fue que lograste todo esto? ¿De dónde sacaste el dinero para comprar la empresa?
Úrsula le sonrió sin titubear.
—Abuelo, te dije que esta vez regresé para que vivas bien. El último año aprendí muchas cosas, más de las que crees, y me las ingenié para ganar dinero. Esto apenas es el inicio, de ahora en adelante todo va a ir mejor.
Solo entonces Fabián se atrevió a creer que todo lo que su nieta le había contado no era pura fantasía.
...
En otra parte de la ciudad, en la casa de la familia Ríos.
Santiago había trabajado hasta las tres de la madrugada, así que se despertó hasta las diez y media de la mañana.
Lo primero que hizo al abrir los ojos fue agarrar el celular.
Había pasado toda la noche.
Seguro Úrsula le había mandado decenas de mensajes enternecedores.
En cuanto encendió el celular, vio más de una docena de notificaciones de WhatsApp.
Santiago sonrió de lado y se sentó en la cama.
Sabía que Úrsula lo iba a bombardear con mensajes.
Deslizó el dedo para desbloquear el teléfono y entró directo a WhatsApp. Pero, en cuanto vio la pantalla, se quedó paralizado.
No eran mensajes de Úrsula.
Úrsula ni siquiera le había mandado un solo mensaje.
Ni siquiera había aceptado su solicitud de amistad.
De hecho, ni una sola palabra, ni la más mínima nota, nada.


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