—No —respondió Israel con voz indiferente.
—¿No? —Montserrat se levantó del sofá de un salto, furiosa—. ¡Mocoso malcriado! ¿Quién es Úrsula? ¡No solo te salvó la vida, sino que es mi futura nuera! ¿Y ni siquiera le das un regalo de cumpleaños? ¿Acaso ya no piensas conquistarla?
Israel suspiró con resignación.
—Mamá, nunca he pensado en conquistarla. Además, no pienso casarme.
—¡No piensas casarte mis polainas!
Montserrat sentía que se iba a desmayar de la rabia. Se llevó las manos al pecho.
—¡Ay, ay, ay! ¡Me vas a matar de un coraje! ¡Carmelo, Carmelo, llama a una ambulancia!
Israel, ya acostumbrado a las escenas de Montserrat, dijo:
—Mamá, me voy a mi cuarto.
—¡Qué hijo tan considerado! ¡Tu madre a punto de desmayarse y tú te vas a tu cuarto! ¡Cómo pude criar a un hijo tan atento!
***
Al día siguiente.
Sábado.
Era el día en que Israel y Phyllis habían acordado encontrarse.
Israel salió de la sala de juntas, canceló todas sus citas de la tarde y se preparó para ir a Toque de Cafeína.
Esteban lo seguía.
—Tío, ¿a dónde vas en la tarde?
—A una cita.
—¿Con quién? —preguntó Esteban con curiosidad.
—Con alguien de internet.
¡¿Alguien de internet?!
Esteban abrió los ojos como platos.
Era como si lloviera hacia arriba; ¡su tío, a la última moda, iba a conocer a alguien de internet!
Esteban preguntó de inmediato:
—Tío, ¿tienes una novia virtual? ¡Ah, ya entendí! ¡Seguro vas a conocerla en persona!
Esteban se emocionaba cada vez más.
Israel le puso los ojos en blanco.
—¿Puedes pensar en algo que no sean esas tonterías?
—Si no es una cita para conocer a tu novia virtual, ¿entonces qué es? —preguntó Esteban, confundido.
—¿Conoces [Asesinato]? —continuó Israel.
Esteban se quedó pensando un momento y luego dijo:
—¿[Asesinato] no es el problema de Go que tú inventaste? —Además, era un problema que ni el campeón anterior de Go había podido resolver, considerado de un nivel extremadamente alto en el mundillo.
Entre los jugadores profesionales de Go circulaba un dicho: sin [Asesinato], no hay Go.
Israel explicó:
—Hace unos días, en la Villa del Encuentro de *Leyendas del Alba*, me encontré con un jugador llamado Phyllis que resolvió [Asesinato] con una facilidad increíble. Así que voy a conocer a esa persona.
—¿Phyllis? —De repente, un recuerdo se activó en la mente de Esteban, quien preguntó—: Tío, ¿es el mismo jugador que entró a la Villa del Encuentro antes que tú?
—Sí —asintió Israel.
Esteban abrió los ojos como platos, incrédulo.
—¡Cielos! ¡Ese tal Phyllis es increíble! ¡No solo entró a la Villa del Encuentro antes que tú, sino que ahora también resolvió tu [Asesinato]!
La inteligencia de Israel ya era extraordinaria.


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