—¿Te duele la cabeza?
Alejandra entrecerró los ojos, observando con atención.
¿Cómo era posible que Eloísa de repente tuviera dolor de cabeza? No necesitaba pensarlo mucho: seguro que había sido Úrsula la que la hizo enojar hasta ese punto.
Valeria, al escuchar que su madre tenía dolor de cabeza, se alarmó de inmediato.
—Mamá, ¿estás bien? ¿Quieres que llame al doctor Ferrer para que venga a revisarte?
—No hace falta, Valeria. Si me acuesto un rato, se me va a pasar —respondió Eloísa con voz tranquila.
Al oírla, Alejandra se convenció aún más de que el malestar de Eloísa era culpa de Úrsula. Si no, ¿por qué ni siquiera quería que la viera el doctor?
“Úrsula de veras no tiene ni pizca de conciencia”, pensó.
Alejandra se levantó con delicadeza y habló en un tono suave.
—Eloísa, el año pasado aprendí algo de masaje con una maestra. Si quieres, puedo darte un masaje en la cabeza, te aseguro que te vas a sentir mucho mejor.
—No, gracias —se negó Eloísa, amable pero firme.
Alejandra esbozó una ligera sonrisa.
Estaba convencida de que Eloísa solo la rechazaba para no cansarla, sobre todo ahora que toda la familia Gómez quería emparejarla con Yahir. Después de todo, algún día sería la nuera de la familia.
...
Mientras tanto, Úrsula regresó al hotel.
Esa tarde, ella y Dominika habían salido a pasear en yate, visitaron el acuario y fueron a tomarse fotos en los sitios más populares de la ciudad.
Ya entrada la noche, Dominika recibió un mensaje de WhatsApp. Al leerlo, su expresión cambió por completo.
—Úrsula, mi mamá me acaba de escribir. Mi abuelita en el pueblo fue diagnosticada con Alzheimer. Se perdió ayer y todavía no la encuentran. Tengo que comprar el vuelo más próximo y volverme de inmediato.
—No te preocupes, preparamos las maletas y salimos esta misma noche —dijo Úrsula sin dudar.
—Úrsula, no tienes que acompañarme. Además, ¿no estabas esperando el resultado de la prueba de la familia Gómez?
Dominika y Úrsula compartían todo, así que Úrsula nunca le ocultó el tema del examen.
—Ya no voy a esperar. Total, ni sabemos qué va a salir, y si resulta que sí, ellos me avisarán. Además, vinimos juntas a Río Merinda, ¿cómo voy a dejarte sola para que regreses tú sola a casa?
Dominika, emocionada, la abrazó con fuerza.
—Gracias, Úrsula. De verdad eres como un ángel caído del cielo.
Empacaron todo y salieron rumbo a San Albero.
Úrsula, con la prisa encima, le mandó un WhatsApp a Valeria para avisarle.
...
Eran las nueve de la noche.


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