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La Cenicienta Guerrera romance Capítulo 287

Marcela estaba sumamente nerviosa.

De verdad, muy nerviosa.

A lo largo de todos estos años, Álvaro había sido atendido por muchísimos médicos.

Y no eran doctores cualquiera: todos tenían premios internacionales, reconocimiento mundial.

Pero cada uno de esos especialistas coincidía en lo mismo: las probabilidades de que su hijo despertara eran bajísimas, a menos que ocurriera un milagro.

Como madre, Marcela deseaba con todas sus fuerzas que algún día su hijo volviera en sí.

Úrsula tomó la palabra de nuevo.

—La razón principal por la que mi papá quedó en estado vegetativo fue el daño en los tejidos de su cerebro. Al principio, después de la cirugía, sí había una posibilidad de que despertara. Pero como tenía presión alta, y encima sufrió una pequeña hemorragia cerebral con el daño que ya tenía, por eso terminó en coma todo este tiempo.

Al escuchar esto, Marcela frunció el ceño con fuerza. Su cara reflejaba una angustia imposible de disimular.

¿Acaso su nieta le estaba diciendo que su hijo jamás iba a despertar?

Pero en cuestión de segundos, Úrsula añadió algo que le devolvió la esperanza.

—Pero no se preocupe, abuela. Yo tengo un setenta por ciento de seguridad de poder lograr que mi papá despierte.

Eloísa se emocionó en cuanto escuchó eso.

—¿De verdad, Ami? ¿De verdad puedes lograr que tu papá despierte?

Aunque Álvaro no era hijo de Eloísa, siempre había dicho que el yerno es como medio hijo, y además, era el esposo de su hija, el papá de su nieta.

Como cualquier persona mayor de la familia, Eloísa sentía lo mismo que Marcela.

Ella también quería que Álvaro despertara pronto.

Eso, además, significaría tener a una persona más para buscar a Valentina.

—Sí, es cierto —asintió Úrsula con calma.

Las palabras de Úrsula llenaron de esperanza a Marcela, que enseguida le apretó la mano a su hijo Álvaro.

—Álvaro, ¿me escuchaste? Ami dice que puedes despertar. ¡Vas a despertar! —Su voz temblaba entre la emoción y las lágrimas.

Marcela estaba tan conmovida que casi rompía en llanto de alegría.

Esto sí que era una bendición doble.

Ella confiaba en su nieta. De corazón, con una fe absoluta y sin reservas.

Así que, después de escucharla, Marcela creyó de verdad que Úrsula podría hacer que su hijo mejorara.

Eloísa volteó a ver a Úrsula.

—Ami, ¿entonces cuándo crees que tu papá pueda despertar?

Marcela también giró la cabeza con ansiedad, esperando la respuesta de su nieta.

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