Unos minutos después...
Úrsula soltó la muñeca de Aarón, el ceño arrugado y una expresión grave en el rostro.
—Señora Blanco, ¿Aarón suele ir a muchas clases extra? ¿Será que tiene mucha presión encima?
La señora Blanco sonrió con un aire de orgullo.
—Aarón es el único hijo que tengo con mi esposo, también es el heredero de la familia Blanco, así que siempre lo hemos criado como futuro sucesor.
Quien aspira a la corona, debe soportar su peso.
Úrsula lo entendió. Siendo el heredero, no era de extrañar que cargara con tanto estrés.
—Eso lo explica todo. Lo que tiene Aarón es resultado de demasiada presión; las células de su corazón no están recibiendo suficiente sangre, eso afecta el funcionamiento del órgano. Debe hacerse una cirugía a corazón abierto en menos de quince días. Si se pierde el mejor momento para tratarlo, podría terminar en insuficiencia cardíaca. Y en ese punto, ni siquiera una cirugía podría salvarlo.
—¿Tan grave es? —preguntó la señora Blanco, frunciendo el entrecejo.
—Sí —asintió Úrsula, manteniendo la seriedad—. Muy grave.
El semblante de la señora Blanco palideció al escucharla, y preguntó con preocupación:
—Señorita Solano, ¿no podría recetarle unas medicinas a Aarón y que las tome por un tiempo? Yo preferiría esperar hasta las vacaciones de verano para llevarlo al hospital a operarlo.
Después de todo, las vacaciones de invierno solo duraban veinte días, en cambio, en verano tendría dos meses completos.
Úrsula negó suavemente con la cabeza.
—No puede esperar hasta el verano, la cirugía debe hacerse en quince días. Señora Blanco, no estoy exagerando, esto es muy serio, tiene que prestarle atención.
—¿Y cuánto tiempo le tomaría recuperarse de una cirugía así? —insistió la señora Blanco, cada vez más nerviosa.
—Lo ideal sería que suspendiera sus estudios medio año —respondió Úrsula.
Marcela, que confiaba ciegamente en su nieta, intervino de inmediato.
—Señora Blanco, no se deje engañar por la juventud de mi nieta, es muy buena doctora. Tiene que tomarse en serio lo que le dice, porque si pierde la oportunidad de tratar a tiempo, después no servirá de nada arrepentirse.
—Gracias, Marcela —respondió la señora Blanco, asintiendo.
Con eso, Marcela se llevó a Úrsula y ambas salieron del lugar.
La señora Blanco se quedó mirando la espalda de las dos con preocupación en el corazón. Sabía que tenía que llevar a su hijo al hospital cuanto antes para seguir con los estudios y tratamientos necesarios.
Alejandra, que había estado observando todo con atención, entrecerró los ojos.
Sabía que esta era su oportunidad para ganarse la confianza de la señora Blanco.
El Grupo Blanco era el socio más importante de la familia Solano. Si conseguía que la señora Blanco se pusiera de su lado, su posición dentro del Grupo Solano sería intocable. Ni siquiera Úrsula podría competir con ella.
Ese pensamiento le encendió la mirada.
...
Enseguida, Alejandra se acercó a su madre.
—Mamá.

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