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La Cenicienta Guerrera romance Capítulo 318

Al ver a Aarón disculparse, Antonella sintió cómo la molestia en su interior se fue disipando poco a poco. Se volvió hacia Leandro Blanco y comentó:

—¿Ves? Te dije que solo estaba fingiendo.

Luego, Antonella miró a Aarón y le indicó:

—Anda, ve a cambiarte de ropa. Cuando termines, baja; en un rato más vamos a ir a la iglesia a encender velas.

—Sí, mamá —asintió Aarón obediente.

Media hora después, con la ayuda de una de las empleadas, Aarón ya se había aseado y vestido con ropa nueva antes de bajar al primer piso.

Tras desayunar, Leandro Blanco y Antonella llevaron a Aarón a la iglesia para pedir bendiciones y rezar por el año nuevo.

Era pleno amanecer.

Dentro de la capilla, había mucha gente reunida con el mismo propósito.

Antonella se arrodilló en un cojín, juntó las manos y oró con devoción:

—Diosito, cuida a mi hijo Aarón este año. Que estudie bien, que siga mejorando y que no me haga preocuparme.

A un lado, Leandro Blanco y Aarón también se inclinaban con respeto.

Después de encender las velas, Antonella y Leandro Blanco salieron junto a Aarón hacia la puerta de la iglesia.

Justo al cruzar el umbral, se encontraron con Eloísa, Marcela y Úrsula, abuela, madre y nieta.

Leandro Blanco fue el primero en saludar.

—Eloísa, Marcela, señorita Solano, felices fiestas.

Antonella también se unió al saludo.

Incluso Aarón, que solía ser un poco tímido, se animó a saludar a Úrsula.

—Feliz Navidad, señorita Solano.

—Feliz Navidad, Aarón —respondió Úrsula con una sonrisa, sacando de su bolsillo un pequeño sobre rojo y entregándoselo—. Espero que este año tengas mucha salud y seas muy feliz.

—Gracias, señorita Solano —dijo Aarón, recibiendo el sobre con ambas manos y mucha cortesía.

De pronto, Úrsula notó algo extraño en Aarón. Levantó la vista y miró a la pareja Blanco.

—Señor Blanco, señora Blanco, veo que el estado de Aarón parece haber empeorado. ¿Todavía no lo han llevado al hospital para que lo operen?

No podía creerlo. ¿Cómo era posible que estos dos siguieran tan despreocupados? El niño estaba así y aún no se decidían a llevarlo al hospital.

Antonella sonrió con confianza.

—Nuestro Aarón está tomando su medicina para el corazón. No hace falta operarlo ni hacerlo pasar por ese sufrimiento. Además, está en un momento crucial, por pasar a tercer grado, no puede darse el lujo de perder clases.

—Ami, ya les dijiste lo que tenías que decirles. Si al niño le pasa algo, no es tu culpa.

Marcela asintió.

—Uno puede enseñarle a la gente, pero solo la experiencia enseña de verdad.

...

Aarón subió al carro con sus padres.

El chofer manejaba al frente, mientras la familia iba en la parte de atrás.

Aarón rompió el silencio.

—Papá, mamá, la verdad es que me cae muy bien la señorita Solano. ¿Puedo ir a su casa a jugar más seguido?

—¿Te cae bien? ¿Por qué? —preguntó Antonella, arrugando la frente.

—Porque es muy inteligente —respondió Aarón con sinceridad. Úrsula había notado que él se sentía mal, cuando sus propios padres no le creían. Su mamá solo le exigía que estudiara y fuera mejor cada día, pero Úrsula le había deseado salud y felicidad—. Además, es muy guapa.

Aarón de verdad sentía mucho cariño por Úrsula.

Antonella no tardó en revirar.

—Uno se junta con quien se parece, Aarón. Tienes que admirar a la gente que vale la pena. Deberías acercarte a Alejandra, ella es una persona ejemplar, no como Úrsula, que se casó y se divorció joven y ni siquiera terminó la universidad. ¡Te prohíbo que vuelvas a hablarle!

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