En resumen, mientras más grande se haga todo este asunto, mejor.
Lo ideal era que todos se enteraran y no dejaran de comentar el chisme.
Solo así podrían hacer quedar a Úrsula en ridículo.
Que esa Úrsula perdiera toda su reputación entre la élite de Villa Regia, que la echaran de la familia Solano y nunca más pudiera poner un pie en los círculos de los ricos.
Alejandra asintió y luego dijo:
—Entonces voy a llamar ahora mismo a mis amigas, las invitaré a la fiesta.
Alejandra era experta para socializar.
Todas sus amigas venían de familias influyentes.
—Perfecto, ve —dijo Luna, y de pronto recordó algo—. Espera, Ale.
—¿Qué pasa, mamá? —Alejandra se detuvo y volteó a verla.
Luna la miró con atención y preguntó:
—¿Alguna de tus amigas sabe que la Kari de internet eres tú?
—Sí, mamá. Solo una —Alejandra asintió.
—¿Quién es?
—Mindy —explicó Alejandra—. Ella fue la primera que se dio cuenta de que la foto de espaldas era yo.
Luna entrecerró los ojos, con una expresión calculadora.
—Desde ahora, tienes que asegurarte de que todos sepan que Kari eres tú. Y también que todos se enteren de lo descarada que fue esa Úrsula.
Solo así la fiesta de cumpleaños será aún más jugosa, y Úrsula no tendrá dónde esconderse.
Alejandra entendió al instante lo que Luna quería decir.
—Sí, mamá. Ya capté.
Y sin decir más, Alejandra se encaminó hacia su cuarto.
—Espera, Ale.
Luna volvió a llamarla.
—¿Ahora qué pasa, mamá? —Alejandra se detuvo de nuevo.
Luna la miró con los ojos llenos de malicia.
—Todavía falta algo.
—¿Qué cosa?
—Que todo el mundo sepa que esa campesinita se atrevió a firmar un acuerdo de apuesta con Yago.
Si el objetivo era sacar a la campesinita de Villa Regia, había que hacer ruido.

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